lunes, 31 de mayo de 2010

Amarte duele....

Amar duele. Como mil abejas que en misión suicida se clavan en lo más profundo de tu indefenso pecho, como veneno que te mata lento, como el fuego quemando tu cabello...

Duele ver como aquellos a los que queremos poco a poco se van destruyendo. Duele no poder hacer nada al respecto, duele no merecerlo. En fin, el amor es capaz de elevarnos a lo más alto del firmamento; como es capaz de hacernos sentir el crujir de dientes del averno. ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?

Y es que si amamos, amamos siendo humanos; amamos a humanos. Seres de carne hueso, criaturas imperfectas. Ególatras, engreídos, soberbios, malagradecidos, manipuladores humanos. Y aún así, nos arriesgamos. Damos lo más sin esperar lo menos. Confiamos y creemos...

Y es que el amor puede ser mil y un cosas esplendorosas, pero como una droga que enceguece puede engañarte cada vez más...

Amar duele y duele amarte. Hiere como dardos en mi piel verte y no tenerte; saber que tenerte es no quererte, pues sería un daño acometerte. Duele tener que esperar por ti sabiendo que nunca llegarás. Hincha, hinca, retuerce; todos los días, de lunes a viernes. Y lo peor de todo esto es que masoquista me he vuelto de tanto quererte...

Y es que, sin animos de ofenderte, y por decirte la verdad meramente; te confieso que:

Amarte duele.