domingo, 28 de junio de 2009

De divorcios y princesas

Enfermedad

La cabeza me pesa
el mundo da vueltas
el sol ya se acuesta
hablar de él apesta.

Cielo azul, día triste
parece una mala partida de ajedrez
soy peón y castillo
pero el adversario esta ganando.

Mi garganta quema
mis dedos se enfrian
mi corazón desacelera
la vida no comienza

La medianoche ya llega
no encuentro respuestas
Cierro la ventana
Estar enfermo no es una fiesta

Stuff Like That there

Día a día, noche a noche, con tristeza, alegría o reproches; por la ventana y por el balcón. De madrugada y en pijamas, con el café caliente y la cabeza pesada, yo la esperaba, yo la esperaba. A aquella chica perfecta que las expectativas de cualquiera llenaría, a ella yo esperaba. Dieciocho años tenía yo, hasta que me di cuenta que estaba solo en mi cascarón, en un mundo de desperanza. Y finalmente después de que mil veces pense: "Oh princesa, mujer de mis sueños ¿Dónde estarás?" ,una chica loca como yo llegó y me hizo vivir esta canción. Me enseñó estas palabras de extásis...tierna y así:

Quiero abrazos y apretones, amores, arinconadas y empujones y... cosas como las que tienes ahí. Quiero palmadas y acurrucadas, dormir juntos, cantar baladas y...cosas así. Porque solía pensar que el amor era una tontera: todo un problema, todo un problema. Pero contigo mi actitud es amor-osa, porque tú lo has hecho. Solía pensar que el romance era un error, mi lado bestia, una molestia. Pero llegaste tú y se hundió mi corazón. Y baby tú, lo tienes. Quiero paseos, y trofeos, un burro y un trineo y...cosas así. Quiero coqueteos, y mareos, ser todos tus sueños, placeres placenteros y...cosas así. Quiero barridas, y llantitos, caminatas y saltitos y...cosas así.

Y cuando tengo el sentimiento lo confieso. Solo hay una forma de expresarlo. No es con cuentos, ni poemas, ni bailando. Dejo eso para aquellos que tienen el talento. Y como yo no sé muy bien que es lo que tengo, solo me queda usar la voz que fuerte tengo. Quiero abrazos, quiero mil besos, quiero tus dedos, quiero reir, llorar y...cosas como las que tienes ahí. Porque solía pensar que no había solución: todo un dilema, una inecuación. Pero contigo no hay error, por que tú lo eres. Eres la risa, eres la falda, eres el movimiento, eres la acción. Y por sobre todo eso eres lo único que quiero ver en las noches cuando apago el televisor, eso tú, eres.

Y después de explicarte paso a paso lo que quiero, te lo pido despacio, muy despacio. Si es que quieres, puedes, debes y te atreves: haslo. Que la canción parece estar ya terminando. Sube a la ventana, al balcón y salgamos volando. Lleguemos al extásis sin tener que tomar extásis, y tu sabes...cosas así. Porque después de haber estado solo tanto rato, creo que no podré separarme de tu lado, aunque apestes, reniegues y me des tus malos tratos. Lo sé muy bien, por que nadie más que tu tiene - y este hecho lo doy por sentado- esa cosa a la que simplemente yo llamo...

Stuff like that there...

viernes, 26 de junio de 2009

Noche de luces y sombras

Coge la falda más corta que tiene y la combina con tacos y polo pequeño que revela su flaco vientre y se prepara para la acción. Escoge cuidadosamente de entre todos sus perfumes el que la acompañara en esta ocasión. Revisa por si alguien ha dejado en su celular mensaje. Negativo. Sale de casa con la nariz en alto, alrededor de ella hay un aroma a miel, o quizás néctar de alguna flor. Se despide con un beso de papá, a la vez que sutilmente dinero le pide para regresar. Papá le dice que se porte bien sin creer que ella caso le hará. Desde que cumplió dieciseis no le regaña, ni le dice que vista más recatadamente. Papá, como hombre viejo y sabio que es, la ha dejado ser.

Llega a la discoteca/bar que ella y sus amigas decidieron ocupar. Una a una llegan, hasta que todas están. Unas vienen solas - como ella - y otras con chico en brazo y sonrisa picona hacia las demás. Uniformadas, entran sin pagar: hoy es noche de minifaldas. Y como tal, si una puesta tienes, gratis tendrás la entrada, y con un poco más de suerte - y de piernas agraciadas- muchas cosas más. Pasean por el lugar, estudiando las caras, miradas, movimientos y número de cervezas en mesa de los demás. Ella se ofrece para iniciar el viejo ritual. Se acerca a la mesa número seis - cuatro chicos, seis cervezas- lanza algunas miradas, sube un poco la falda para que así todas las demás invitadas a tomar estén.

Después de la quinta botella de la segunda caja, se paran todos menos las parejas y deciden bailar. Ella, que por ahora está muy mareada, salta sobre la mesa y sacude su cuerpo sin parar. El resto la mira y ríe sin parar. Ella es una princesa, ella es el alma de la fiesta. Pero por más princesa y alma que sea, el bailecito resulta aburrido después de un rato. Para cuando se da cuenta, sus amigos lejos están. Salta de la mesa y busca alguien con quien hablar. Entre el humo y las luces fiesteras, se encuentra con un tipo rubio, alto, de cabellos rizados que solo está. Él la invita a tomar el especial de la casa, macerado de papaya en las rocas. Ella bebe con la misma sonrisa coqueta con la que tiempo atrás consiguió bebidas, comida y sentirse bien, nada más.

Ella pierde el conocimiento alrededor de las once y veintidos. Él algo en la bebida ha metido, y tranquilamente la saca del lugar. Toma un taxi al azar y le da una dirección que muy lejos de la casa de ella está. No protesta, ni se queja; está muy mareada como para saber que es lo que le pasará. Para cuando se de cuenta, estará entre las sábanas de un cuarto de hotel de mala muerte. Por ahora, lo único que hace es reír y besar. Siente calor, pero agua no hay. Mientras tanto, él galán de cabellera dorada llena su mente de imágenes morbosas que sacó de una web meses atrás. No es su primera vez, como ella hubo muchas más; y muchas otras habrán.

Tres por tres..

Treinta y tres de edad, sin empleo por más de un mes. Nunca se casó pero convivió varias veces; hasta que por flojo y holgazán echado afuera sin derecho a defenderse o negociar. Ebrio habitual con intenciones de cambiar, asistió algunas veces a aquellas reuniones donde todos quieren dejar de tomar. Se dedico a robar al pasó después de intentar trabajar de cobrador y limpiacarros. La primera persona a la que robó fue a un joven de veinte seis de edad. Le quitó la billetera y el celular amenazando su cara cortar. Con eso consiguió dinero para vivir dos semanas más. Consiguió una cobacha en medio de un cerro alejado de la ciudad, pago treinta soles y algo más por el mes. Todo le va bien, dinero no le faltará.

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Veinticinco años , estudiante de quinto año de Derecho en una universidad nacional. Orgulloso de sus altas notas y el prestigio logrado por ganar concursos a nivel local y nacional. En el último ganó por medio punto nada más. El segundo puesto, de veinte seis, estrecho su mano con cordialidad. "Ganaste amigo" le dijo sin su mano dejar de apretar. Él no lo toma a mal, pensó. Regresó a casa con el dinero del premio a celebrar. Abrió el vino viejo que sus padres guardaban para las nupcias de quien se casará primero. Tomó un poco y rellenó la botella con agua del lavatorio. Nadie se casará en esta casa jamás, pensó sonríendo. Entró a su cuarto, se echó en la cama y la televisión prendió. Nada bueno que mirar, la apagó y dormido quedó.

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Dieciseis, cobrador de combi y lavador de carros en domingos y feriados. Nunca tuvo éxito escolar; así que se dedicó a lo mencionado atrás. Miraba con cierto desdén a todo estudiante pituco que subiera. Siempre tan arrogantes, tan sabelo todos, pensaba él. Los trataba mal, les cobraba de mala gana y a veces, cuando bajaban, los empujaba. El más memorable de esos "accidentes" pasó la semana pasada. Al parecer, el chico no tenía buenos reflejos. Al caer, unas cuantas vueltas en el piso rodó. Ensangrentado, el agredido se levantó. Levantó el dedo-señal, y cojeando siguió su camino. El cobrador, algo preocupado, algo entretenido, dijo a la gente " Que feo accidente, ¿no?"

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Miguel acababa de cumplir veinteseis. Cada año que pasaba se asustaba más. No quería morir, no quería envejecer, no quería que la gente viniera a verlo. Pasada la torta pasado el pastel, se levantó como siempre: semidesnudo y de frío. Hoy premiaban a los ganadores del concurso de hace un mes. Medio punto y en segundo puesto, el mundo sí que es injusto. En el camino, un pobre diablo le pusó un cuchillo en el cuello y se llevó su billetera y celular. A la premiación llegó media hora tarde. Estrechó la mano de su contrincante: ¿Por qué lo miraba con pena? Sonrío fingidamente y salió del lugar. Tomó una combi con el dinero que un amigo le prestó. Al bajar de la combi, el cobrador lo empujo. Sangrando, prometió en silencio hacerle pagar.

Eran 3: el primero acabó seis pies bajo tierra, el segundo en la maletera de un auto y el tercerdo duerme con los peces. ¿que hicieron? se metieron con el hombre equivocado. Al primero lo halló en el mismo lugar. vestido diferente; pero con la misma cara de perro inocente. Cogió al ladrón por detrás y de dos cuchilladas en la yugular al piso fue a parar. Sus restos los enterro en un lugar cercano a la torrentera. Al segundo lo halló camino a la universidad, lo saludó y un café lo invitó a tomar. En el camino le dijo que se detuvieran en su casa, porque no traía suficiente dinero. Entraron y fue ahí donde lo cogió. Lo ahogó con la almohada, después de golpearlo con el televisor. Envuelto en un costal, lo metió en una cajuela que encontró abierta. Al tercero, el cobrador, lo durmió con eter y lo bajo de la combi. Le dijo a la gente que se había desmayado. O fue convincente, o la gente indiferente, nadie dijo nada. Lo llevó a rastras hasta el muelle de la ciudad. Lo arrojó, y salió de ahí cantando y silbando.

miércoles, 24 de junio de 2009

Consecuencia y Acción.

Las acciones traen consecuencias, no se necesita mucha ciencia para eso saber. Unas son visibles, otras no tanto; requieren atención para percibilas poder. Acciones buenas, consecuencias buenas; acciones malas, se entiende que viene después. Ejemplificando: hoy robo un electrodoméstico; mañana la policía me encuentra y a la cárcel pues. Y aun si no me encuentran, y si a la cárcel no voy, hice mal; consecuencias han de haber. Es el juego de las preguntas y respuestas, el arma de doble filo que es nuestra capacidad de escoger. O te haces grande, o te hundes como barco de papel en la sopa de almejas de fin de mes.

Corazón arrepentido no cambia las consecuencias de las acciones malas; estas tienen que suceder. Restitución, compensación, resarción y otros que no sé, han de tener lugar al quitar algo que tuyo no es. Para los errores hechos hacia los demás está el deber de pedir perdón y a uno mismo perdonar. Es la forma de equilibrar la balanza, de regresar a los inicios, de intentar hacerlo todo bien. Si no, las cosas pierden sentido, nos encontramos ante la culpa. Y esta, no importa cuanto intentemos callarla o hacernos creer que de uno no es, de alguna manera se manifiesta; en algunos casos como la vocecita en la cabeza, en otros como inquietud; etc.

Consecuencias, a veces uno quisiera que no hubieran. Así todo sería más fácil, menos traumatizante si es que así se le puede decir. Pero las consecuencias están ahí, unos durán poco, otras parecieran eternas. Lo más que se puede hacer, es ser paciente y pedir ayuda. Primero a Dios, después a quienes escuchan. Superar la vergüenza de hablar, y empezar a compartir, a comunicar. Entre dos, se puede romper más fácilmente un muro de piedra. Claro está, no significá divulgar el problema al mundo por internet; a menos que se esté listo para eso, y si eso se quiera hacer. Unos hablan con pocas personas; otros lo hacen con multitudes, muchedumbres, con gente.

Es por esto que se tiene que ser más cuidadoso con las acciones. Pensar antes de actuar, y actuar de acuerdo al recto pensar. No dejarse llevar por las emociones, que muchas veces así las cosas acaban mal. Reflexionar, consultar, y cosas como esas más; antes de importantes decisiones tomar. Aun para las que no son tan grandes, las opiniones de otros nunca están de más. Así se evitarán muchos problemas, o al menos algunos de ellos. No habrá entonces el sufrimiento post-mala decisión; las consecuencias de un error. Con prudencia, y con mucha, mucha paciencia, la vida -redundando- se vive mejor. Y si se comete error, a aprender y a seguir adelante, dejar a Dios el dolor.

Reflexiones de una peluquera peligrosa

Quisiera haber disfrutado de mi vida haya en la decada de los veinte. Cuando tenía energía para bailar; cuando mi cabello aun era negro en su totalidad. Ahora estoy vieja, muy vieja; y cosas que hacen los jóvenes no puedo hacer. Quisiera tener diecinueve otra vez, y no haberme casado tan rapido. Haber festejado harto; salir un viernes y regresar un sábado. Hacer de mis fines de semana una aventura; no pasarla encerrada tras las rejas. Pero ahora, a los cincuenta, lo único que puedo hacer es ver a mi hija crecer; y desear que ella pase mejor suerte de la que yo pasé. Yo con ella seré una madre de mente abierta, todo le daré.

Si mi esposo no me hubiera dejado; todo estaría mejor. No tendría que pasar por tantos estragos para darle a mi pequeña algo de comer. Hubiera sido algo más que una peluquera; tal vez una bailarina de ballet, una cantante, una vedette, la reina de los corsettes. La realidad es otra, menos llamativa y pendenciera; lo único de lo que soy reina es de mis tijeras y gillettes. Solo entretengo a mis clientes cuando me tocan la puerta, aunque muchas veces ellos no se den cuenta. Supongo que solo me queda soñar, renegar del pasado no trae consigo nada más que amargura y soledad. Que no haya disfrutado no significa que no disfrutaré.

Así que eso haré. Tomaré la peluca negra, y todo el maquillaje. Me vestiré como reina y a las calles saldré. Los viernes me dare una borrachera; y los sabados si hay dinero también. En las discotecas, bailaré sobre las mesas y pegado, muy cerca de los muchachos estaré. Sé que me verán como vieja, pero si les compro trago todo estará bien. Ellos, como yo, solo quieren pasarla bien. Todos lo queremos, tengamos veinte o cincuenta. Es hora de dar giro de ciento ochenta, cambiar los sacos y pantalones por cortos, cortísimos vestidos. No me importan las arrugas, quiero sentir el aire en mi piel. Quiero divertirme, quiero ser feliz otra vez. Estoy cansada de sonreír estando por dentro triste. Bueno para mi piel, mal para el resto de mi ser.

Mi hija me mira extrañada. "Mami, ¿Estás bien?" pregunta. No sabe que en poco mami será una mujer diferente, una más de las independientes. La pequeña esboza una sonrisa; ella puede ver el cambio que acaba de suceder. Me toma con sus pequeños brazos, me dice que me quiere. Pienso un momento. ¿Quién cuidará de ella cuando este en las calles festejando? Podría dejarla con la vecina, pero mi hija no le cae bien. Ella solo tiene seis, no es tiempo para dejarla sola en casa una noche. Cuando crezca, tal vez; pienso sabiendo que eso no va a suceder. El tiempo para festejar y salir hasta altas ahoras ya fue. Creo que no me queda otra que dedicarme a tejer.

martes, 23 de junio de 2009

Las cosas estúpidas...

Todo lo que quiero hacer es ayudarte. Decirte lo mucho que te quiero y darte consejos. Claro, quiero ser sabio para aconsejar bien; quiero dejar de meter la pata para no decirme "¿Quién eres tú para opinar al respecto?" Quisiera dejar atrás las páginas de internet de mala muerte, y las reacciones corporales que no ayudan en nada. Quisiera dejar de mentir, de salir del apuro con excusas, dejar todo aquello que me hace daño. Y lo haré, confío en que Dios mis oraciones ha escuchado. Que el me ha perdonado y que de alguna manera saldré de este pantano. Confío en Él, aunque el mundo me diga que Él no es fiel, que no existe, que lo inventaron para a la muerte no temer.

Pero algo he de decir, antes de irme a dormir. Por que mañana clases hay temprano, porque tengo que seguir intentando. Y lo que diré es: Todas las estúpidas cosas que hago no tienen para nada reflejo en todo lo que siento por ti, aun si no estas al lado. Los errores que cometo, y las tragedias de mis cuentos no hacen que mienta al decir que yo te amo. No quiero hacerte daño, no quiero ser para ti un extraño. Pero creo que en este caso, el querer no es suficiente. Mis voliciones han de terminar en acciones, aun cuando el panorama este templado. Nube negra sobre mi techo, el temor de fallar las pruebas inundando mi patio-cochera. Tú ocupas un lugar especial; la sala-comedor, Dios tiene el cuarto principal.

Supongo que escribir esto no tiene mucho de sentido. Por que español tú no sabes, y no tengo ganas de traducirlo al inglés. Aunque pensándolo bien, de alguna manera escribiendo esto ya no soy el único humano solo en esto - claro, está Juan y Julio también- y sé que la gente que me conoce y lee esto -esperanzadamente- tendrá algo que decir al respecto, espero que sean consejos. Y es que estoy cansado de hacerme el fuerte, el señor todo-me-va-bien y sonriele a la vida. Miento, sonreírle a la vida es algo que debe hacer, y no todo me va bien; pero no mi vida no es una novela del siglo XVI.

Son las once diez y algo, y se que mañana despertaré cansado. Sé que demorará un poco más para que todo esté arreglado. Pero que no por eso me he desesperar. Sólo me queda esperar y esperar, y pedirle a Dios que aleje de mi todo mal. Para poder otra vez, ayudar; aunque dudo a veces si de ayuda fui alguna vez. Eso es parte de mi pesimismo de fin de mes. Tengo dieciocho años - la edad no es nada más que un número, lo digo otra vez- y siento que falta mucho por hacer. Empezaré por abrir los ojos, y luego, por hablar solamente de lo manda Él. No quiere decir que dejare los temans humanos, pero otro punto de vista presentaré. Ahí te dejo Madrid, me voy otra vez; tus charlas de sex y bromas de gays...

A hard promise to promise

Cuando salí de la cárcel por tercera vez, me prometí a mi mismo que no lo volvería a hacer. Pero como tantas otras promesas que hice, está no cumplí; esta no cumpliré. No porque me falten ganas o la motivación para recurrir al crimen aquel, sino por que no volverlo a hacer es una promesa difícil de prometer. Nunca aprendí a obtener recursos de modo distinto, y cada vez que subo a la combi a pedir dinero, recibo menos. Supongo que se debe a algo tan simple como lo siguiente: los niños cantores conmueven más a la gente. Además, los cobradores no se fían de mi apariencia. No los culpo, ni yo me fío de mi mismo.

Caminé por mucho tiempo solo, muy solito. Dormía bajo el puente, con el sonido del río despertandome a ratos, de repente. Me hice uno con el sitio, y los demás vagabundos y rateros respetaron eso. Me alimentaba de lo poco que conseguía de las combis, hasta que las combis no pagaron más. Un buen día, y sin pensar, me vi a mi mismo en la calle por la que los estudiantes universitarios pasan para ingresar. Unos minutos, pocos, esperé y al fin pude ver lo que tenía que hacer: una chica hablaba tranquilamente con su celular. Como la universidad es pituca seguro que es de marca, pensé. Corrí mientras ella cruzaba la pista; el celular le arranqué. No gritó nada, ni me persiguió; pero por no tomar riesgos muy lejos llegué. Había conseguido que comer para el mes.

Vendí el celular a cuarenta y tantos soles; me compre una cerveza, un sol de pan y caramelos halls, mis favoritos de cuando tenía dinero. Un extraño sentimiento me tenía inquieto. Creí que era la culpa, pero en realidad era la cerveza fermentándose en lo profundo de mi panza. Eran minutos pasado el mediodía; y a mi puente regresé. Decidí no robar más, de corazón. Fui a la iglesia más cercana que pude encontrar; el padre estaba ahí. Le conté de como había sido mi vida. De como fue que de haber tenido un trabajo genial, lo perdí todo tras borracho ir a trabajar. Como fue que nunca conseguí mujer, por palabras ocurrentes que les dijera. Siempre fueron conmigo indiferente, más que el resto de la gente. El cura me mandó a rezar, prometiéndome el perdón de Dios si lo buscaba con sinceridad.

Y ahora, tiempo después, escribo del día aquel. A la cárcel volví a entrar; y es que me volvieron a atrapar. Al ofrecer el chico resistencia, tuve yo que mi puño estrellar en su estómago, y en mucho otros lados del cuerpo del muchacho. La policía me vio de cerca... El abogado de oficio no hizo nada que mencionar valiera. Supongo que la justicia demoró, pero hizo conmigo lo que debía hacer. Decidí escribir todo esto para no perderme entre las rejas, los otros reos no me aceptan. Descubrí que estando acá la gente se hace más fuerte, más independiente; y que no necesariamente sales con la idea de hacer bien todo. Muchas veces, nada es diferente. Así que no prometeré nada nunca más. Llego la hora de ser indiferente.

lunes, 22 de junio de 2009

La ley de la selva...

Lo curioso del hombre es que a ratos hace cosas increíblemente geniales, y en otros este actúa como lo hacen los animales. Y hoy por hoy, consecuencia del poco valor que le damos a las relaciones hombre-mujer versión romántica, estás se han vuelto más animales. Y por lo tanto, no nos importa ahondar y buscar intimidades; sólo el beso, el abrazo, el "te quiero" al paso, o como decía la chabela, placer padre, placer. Siendo cada uno de nosotros tan diferente del otro, aventuro afirmar que el amor se ha vuelta una selva; y que en esta la vida se rige por la ley de la selva: o te comes a alguien o no eres nadie. Y con sinceridad, nadie quiere ser nadie en este mundo. A buscar que comer, pues.
La palabra comer esta siendo usada con sentido doble. Comer puede significar chapar -que ha quedado en desuso- agarrar, lengüetear, entre otros. Para lograrlo se necesitan básicamente dos cosas: tener dinero, o estar bueno. También ayuda saber embriagar a una mujer, o hablar suave y moverse bien; pero las dos primeras son las más usuales, podríamos decir que son las armas de los leones y leopardos. Estos, con sus habilidades (encantos), hacen de las suyas con cuanta gacela encuentran. Tómese por gacela chica enamorada, ilusionada, amarga o desesperada. Las comen y las dejan; y aun medio muertas las gacelas regresan. Por masoquismo o por torpeza, pero regresan; y cuando se aburren son otras las que su lugar toman.
En la selva, nadie es amigo de nadie. Si dos o más tienen los ojos puestos sobre una presa, el que dé el primer mordido ganara la contienda. En la selva, no existe el derecho o el respeto al que dio el paso primero; es un sálvese quien pueda, un pánico organizado que todos aceptan. Claro está, siempre hay lugar para los extraños: aquellos que no deciden atenerse a las reglas y participar en la contienda. Y también están aquellos y aquellas, que queriendo jugar en la selva, son dejados afuera. Por no tener la carne tierna, por hablar sin llamar la atención, por ser monses y no sé que más. No tienen otra que armar su mini-selva; y así, entre los excluidos, entrar en la contienda.
En esta selva, no gana el más fuerte; sino el que esté “más bueno”. Cuando se toca el tema, todos tildan de inapropiada la selvática; una mentira inocente, piensan. Nadie les cree, pero ya no importa, dejan las discusiones sobre las bondades o maldades para los monses y los viejos que ya perdieron el encanto. Día a día se levantan, y buscan lo mismo, lo que decía la chabela. Y cuando tienen algo, lo hacen durar hasta no poder más. Por que cuando acaba, se tiene que esperar un poco para buscar algo más. Es otra de las tantas reglas de la selva. Pero este poco no es muy largo, pueden ser días, o hasta semanas. No es necesario darle muchas vueltas al asunto, se perdió una presa; vendrán otras a saciar el estómago. Así indefinidamente, hasta que uno encuentre razones para salirse de la selva…

Sin Señal

Golpeó una y otra vez la pantalla sin vida. Era el clásico partido por el que había esperado todo el día. Dejó el trabajo a un lado, aun la cita con el quiropráctico. Todo para que ahora aquel aparato le mostrara una combinación de negros, blancos y grises. Enfurecido, lanzó al piso el plato de lomito que su esposa había dejado en el sillón. Ella se había escondido debajo de la cama. La última vez que se cruzó en el camino de su marido enojado, una lluvia de insultos y puñetazos acabaron por dejarla en el hospital. "Fue un accidente, nada más" dijo temblorosa al doctor de turno. La dejaron ir, aun cuando sabían que un accidente no había pasado.

"Desgraciado aparato" decía incontables veces mientras daba vueltas alrededor de la sala. En círculos, luego en cuadrados, y luego zigzageando, la cólera del hombre iba aumentando. Prendió una y otra vez el monitor, pero el resultado siempre era el mismo. El zumbido no ayudaba en calmarlo, la menuda cabellera iba perdiendo cabellos; el color claro de su piel se enrojecía: era un tomate peludo que amenazaba con manchar de rojo todo el cuarto. "Mujer, me voy a donde Albert". Al no escuchar respuesta, cogió la chaqueta y salió de la habitación. La esposa salió del escóndite y con cuidado recogió los restos del plato de lomito.

El hombre tomó un taxi y le gritó al conductor en cada uno de los semáforos en los que paró. El conductor, viejo y demacrado, no hacia nada más que decir "Disculpe señor". Cuando llegaron a la casa de Albert, le arrojó dos monedas al azar, y cerró la puerta en el acto. El conductor se alegró, le había pagado el doble. Murmuro unos cuantos insultos y su camino siguió. Una empanada y un pastel, eso es; pensó, había encontrado en que gastar el exceso de dinero. Mientras tanto, el tomate humano tocaba el timbre de su hermano Albert.

Al no escuchar respuesta tras varios intentos, decidió subir hasta el piso quinto. Tocaría, y si fuera necesario, derribaría aquella puerta para ver finalmente el partido. En el cuarto piso escucho el ruido del televisor. Eran gritos y silbidos; seguramente su hermano estaba viendo el partido. Apuro el paso y toco la puerta con una fuerza descomunal. "Hermano" dijo Albert al verle. "¿Qué te trae por acá?" pregunto extrañado. Albert no veía a su hermano desde la navidad de hace dos años. "Nada fuera de lo común hermano. ¿Estás viendo el partido?" El color de su piel empezó a desrojecer. "Si estás hablando del clásico, pues te has equivocado. Lo pasaran recien el sábado."

Entre el cielo y la tierra.

Cuida mucho de que nadie lo vea; y finalmente entra por detrás del basurero. Se arrastra como puede a traves del ducto de ventilación hasta que llega finalmente a la sala de estar. La luz del cuarto era tenue, y las ventanas estaban cerradas con cartones y maderas, unos cuantos trapos que servían de frazadas. Unos cuantos chicos se le acercaron; tenían todos entre diez y doce años. Pasada esa edad, sus cuerpos normalmente no cabían por el ducto más, obligados estaban pues a buscar otro hogar. Esas eran las reglas de aquella hermandad, que tuvo lugar tiempo atrás; cuando aquel edificio decidieron clausurar. Cimientos poco estables, dijeron en las noticias. Nadie nunca quiso aquel proyecto completar.

"¿Trajiste comida?" le preguntaron a Godo, un muchacho que había escapado de casa por beber mucho su papá. "Tienen suerte enanos, hoy si pude trabajar." Sacó de un bolsillo unos cuantos panes que compró con el dinero obtenido de cantar en las esquinas, en las combis, en los restaurantes. Hoy tenía suerte; la policía, los cobradores y la mala gente solía no dejarlo dinero buscar. Partieron los panes en diez pedazos; unos más pequeños, otros menos. Comieron sin hablar, y como siempre, su hambre no pudieron saciar. Apagaron las velas y echaron a dormir una vez más. En algunas horas uno de ellos tendría que ir a trabajar; el resto, a ordenar su pequeño hogar.

Nadie sabía de que en el quinto piso de aquel edificio, una decena de niños había formado una pequeña sociedad. Todos andaban muy distraídos con el ritmo de aquella cuidad: carros, trenes, vendedores y asaltantes; demasiadas distracciones como para detenerse y observar la tenue luz que salía de aquel lugar; siempre de seis a ocho, ni un minuto menos, ni un minuto más. Alguna vez uno que otro transitante se pregunto porque un pequeño mal vestido miraba con tanta ansiedad un conjunto de cajas; "Que raro chiquillo" pensaba aquel, y seguía su camino sin mirar. Fue así por mucho tiempo, hasta que...

El veinte tres de junio de aquel año un movimiento telúrico sucedió en la ciudad. La hora eran las siete y veinte tres, y era el turno de Godo de comida buscar. El resto de los chicos estaban a punto de terminar de limpiar el sexto piso del lugar. "Ahora si cada uno tendrá su habitación" dijo Billy, el más pequeño. Después de dicho eso, empezó el movimiento. Asustados, todos trataron de escapar. Uno a uno y sin orden al ducto de ventilación entraron. Se arrastraron rápido, muy rápido; hasta que alcanzaron el segundo piso. La hora: siete y veinte cinco. El edificio viejo empezó a colapsar. Godo nunca dijo nada; nadie se molestó en buscar entre los escombros, todo fue arrojado al mar.

viernes, 19 de junio de 2009

Idiota es una palabra muy simple para escribir un post

Es verdad, y no lo puedo negar. Pero no encotraba mejor palabra para definir esta aquella cualidad que los humanos decidimos llamar soberbia. Y es que aquel deseo nuestro de mostrar al mundo entero nuestra "superioridad" no puede ser definido de otra manera más que idiota. Nunca entenderé cual es el punto, pero día a día veo gente que sin tú querer, te hablan de su gran personalidad, que le consigue grandes empleos con grandes personas que visten grandemente y hablan de temas de gran importancia. No que hacer todo eso esté mal; pero me parece innecesario hablar de ello a menos que alguien te pregunte eso.

En primer lugar; no existe tal cosa como "gran personalidad". Todos somos diferentes, y tenemos capacidades distintas a las de los demás. Unos pintan, otros bailan, y algunos otros meditan sobre el amar. Todos valiosos de alguna manera u otra; pero lamentablemente, aquel "se dice" que nos rodea siempre -y que nadie sabe quien dice pero si que lo que dicen- pone ciertas de las nombradas capacidades por encima de otras. Así surge el mito de la gran personalidad; mentira que nadie se atreve a desafiar. Toda personalidad puede ser grande; siempre que se haga lo mejor con todo lo que Dios te da.

En segundo y tercer lugar, los empleos y las personas no varian en valor. Un trabajo, por cantidades inmensas de dinero que traiga, no es verdaderamente un trabajo si al final, final, insatisfecho estás. Uno hace lo que hace porque le gusta hacerlo; sino se está infeliz y se gasta en ir al sicólogo o al curandero. De poca ganancia o de éxito financiero, todo trabajo - por ayudar a uno a disfrutar de lo terreno y temporal- vale igual que los demás. Por otro lado, todos somos humanos; todos valemos lo mismo. Y quien crea lo contrario no tiene manera de demostrar. Cada ser humano es uno en una cifra colosal; no hay nadie igual. Aun si un gemelo se tiene; las experiencias vividas son diferentes.

Tercero; la ropa fue diseñada para guardar a uno del frío. Claro, no se excluye la idea de llamara la atención; pero eso es accesorio, no esencial. Además, no se requiere tener ropa de las marcas más renombradas para la atención llamar, basta con saber escoger entre la variedad; y buscar ante todo comodidad. Dejar a un lado los pantalones que te dejan sin sanguíneo circular; los tacones que sacan callos y los politos que muestran mucha piel; pero que no protegen a esta o del mucho calor o del mucho frío; es un consejo que si quieres, puedes tomar. Y si no, está bien; nadie pensará más de ti, o menos; al menos yo no.

Y sobre los temas; bueno en la variedad está el gusto. Y si algo importa de verdad; no veo razón por la que de ello no se deba hablar. Eso sí, no implica creer ser más por la gran elocuencia o el discurso fino y racional; que eso no es necesario, sino soberbia, vanidad. Con todo lo expuesto y citado, solo me queda una pregunta lanzar. Pregunta que yo mismo me hice años atrás, cuando creía ser yo alguien "más" importante que los demás. ¿Realmente tenemos algo por lo que sentirnos "más"? Y si creemos tenerlo, ¿Es realmente necesario ir por el mundo gritándolo - o diciendolo- a los cuatro vientos, sin parar?

Shut my mouth

"Si no te gusta lo que digo, cállame. Cierra mi boca, pero entiende que la única forma en la que la he de cerrar es si es que me dices que de lo que digo está mal." contestó airada, tras la queja/gemido de su amiga regordeta. "Cállate. No tienes el derecho de decirme todo eso. No hago mal, ¿Quién eres tú para decirme engreída?" lso cachetes se le pusieron rosados. Algo andaba mal, ellas dos nunca habían peleado, jamás. Pero por X causa, hoy ella atacaba sin piedad a la regordeta. No eran ataques físicos, sino verbales; de los que hacen hervir la sangre y muchas veces perder el control. Empezaron a discutir las dos por un pedazo de pastel. Era de la primera; pero la de los cachetotes se lo comió.

"Siempre que metes la pata, vas corriendo por tu papá. Y como él tiene a medio colegio comprado nunca te hacen nada." le dijo, "Y yo tengo derecho de hablar lo que quiera hablar, mientras no diga mentiras y te lo diga sin buscar hacerte daño." Su amiga, que en estos momentos no se sentía muy querida, quiso golpearla. Se paró de la silla y violenta como era se acerco al cabello de la otra. " Ven acá, no huyas. Solamente quiero hablar". La primera chica, Ana, era mucho más delgada; podía esquivar a Milagros por mucho rato más. "¿En serio crees que te voy a creer? No soy tonta. Si quieres hablar hazlo sentada." Con esas palabras calmó a Milagros, que rosada como un chancho estaba de tanto corretear.

No conversaron más que un rato. "No te quiero molestar, pero a veces te pasas. No creas que tu papá siempre estará ahí para cubrirte." dijo Ana con calma, recordando que ella no veía a su papá meses atrás. Tengo que buscarle cuando pueda- pensó- aunque no me gusten los cementerios. "No es tu culpa enteramente, también la tienen tus papás." Ana hablaba con autoridad. Milagros én su mente buscaba forma alguna de contestar, de no ser la que quedaría mal. Resignada, decidió callar. Sin querer, se vio llorando. Esta vez las lágrimas era de verdad, no como las que botaba sin botar cuando le reclamaba a papá un regalo más.

La discusión acabó sin percance alguno. Milagros a Ana le compro un pedazo de pastel más. Ana sabía que Milagros no iba a cambiar. Que habría una siguiente vez, y situaciones como esta muchas más. Pero no iba a dejarse vencer, la regordeta cambiaría. Aunque me cueste toda la vida, pensó mientras se despedía de ella. Engreída y altiva como era, Milagros era su amiga. Y como amiga suya, quería ayudarla; quería preparala para cuando sin padres se quedara. Quería que dejara de comportarse como una pequeña de seis años. Quería muchas cosas para Milagros, pero ninguna sucedió. En la siguiente discusión, Milagros tanto se enojó que a Ana nunca más le habló. El mundo dio vueltas, cachetotes sin padres se quedó; se perdió en vicios varios. Joven, muy joven murió.

Out of Control

Hubiera sido mejor si fuera de noche, pensó. Así todo sería más discreto y menos visible. El muchacho se movía rápido entre la multitud; con la mente concentrada en lo plano para aquel día. Recordó como antes tenía miedo de la gente en masa. Le parecía gracioso como ahora agradecía que en esa parte de la ciudad muchedumbres siempre están presentes. Vestía jeans con polo blanco; ropa ideal si es que visible y llamativo uno no quiere ser. Caminaba despacio para llegar a la hora; treinta y tres minutos y medio para cumplir su plan. Hasta que llegara tal momento, solo tenía que esperar.

Su caminar paró. Unos minutos más y el momento habría llegado. Se agachó para amarrar las hileras, a la vez que revisaba el estado del arma que usaría para herir, quizás matar. Se compró un helado de sol cincuenta, mirando con desprecio al vendedor. Pobre diablo, en su mente mientras paseaba los ojos por unas vitrinas, personas como él no tiene lugar en un mundo como este. Se agachó una vez más, dudó por unos cuantos segundos, y se volvió a parar. No vale la pena, dijo. La gente se volteó a verle; él hizo como si nada hubiera pasado acá. Se acomodó la basta del pantalón y miró a quien buscaba salir de aquel lugar. La víctima le llamaba lugar de trabajo.

Rápido y sigiloso, se acercó a aquel hombre. "Di algo y te clavo" le dijo, en un susurro con una malicia especial. "Muy bien, ahora camina lento hasta tu carro" El hombre calvo no tuvo remedio más que hacerle caso. Llegaron a la playa de estacionamiento sin dificultad. Los que miraron y se dieron cuenta, callaron. O fueron cobardes, o indiferentes; pero al final, nadie dijo nada, lo único que hicieron es caminar, nada más. "Sube" gritó. "Y llévame a esta dirección dirección. Y hazlo rápido." Le mostró un papel que tenía guardado en el bolsillo de atrás. "No sé donde queda ese lugar" dijo el hombre calvo. "No te hagas el payaso" el cuchillo ahora estaba pegado al cuello y sobando con suavidad. "Viviste ahí tiempo atrás."

Manejaron por medio hora hasta que llegaron a aquel lugar. Bajaron del carro, el calvo fue obligado a arrodillarse y a mirar al asaltante a la cara, una vez más. "Si piensas matarme, haslo ya." Le dijo con severidad. "Ya quisieras." respondió enojado. " Primero me has de escuchar, luego morirás. Verás papá; no soy el mismo niño que lloraba hace diez años. He crecido y ahora voy a pagarte el daño. Morirás de la misma manera como me trataste, como animal." El hombre llorando, finalmente reconoció a su hijo. No tenía palabras, sabía que era verdad. "Ni siquiera te preocupaste en irme a buscar. Eres un cerdo, papá." Una lágrima cayó al piso, el hombre calvo empezó a sangrar.

That's All

Para poder terminar
primero se debe empezar
Me enojo, no he empezado
por tanto, no puedo acabar.

Me siento algo extraño
por que he tratado, y no he logrado
sueños truncados en el acto
ideas que se quedaron en mi mente nada más.

Pero que más da´
si hay un mañana lo volveré a intentar
con más fuerzas, con más ganas
pidiendo a Dios virtudes y más.

Eso es todo creo yo
he acabado mi empezar
ahora falta lo demás
que espero poder lograr.

Godo-party-super-day-with-no-apparent-end...o Como quemar una casa

Todos reunidos en la esquina de la urbanización La Estancia, tomaron el bus para llegar a aquel lejano y distante lugar donde la fiesta en poco iba a comenzar. No era una de aquellas fiestas en las que la gente bebe o se pone a fumar; era el inicio de un fin, una despedida, un hasta luego y un no se que más. El carro avanzaba lento, pero avanzaba; hasta que en un determinado momento los fiesteros dijeron baja y siguieron a pie la búsqueda de la "festividad". Corría el viento y en la piel se sentía como hielo; pero nada iba a detenerlos. Pasaron instantes, momentos; el timbre tocaron y ya estaban adentro.

El lugar olía a chizito y a doritos. La gente había estado ahí ya hace unas horas, pero con ellos la situación iba a cambiar. Saludaron a todos, aun hasta al perro, se sentaron para hacer la parte formal de la fiesta: jugar al "moose moose" y otros com ese. Terminado el protocolo, e ida una chica que de buen humor no estaba, los muebles hacia un lado; los bailarines hacia el otro. "Esto se pone bueno" sono a todo dar. Las cuatro parejas que se formaron lo dieron todo: movimientos con todo el cuerpo, sacudidas de cabello y ¡un-dos-tres al suelo! Estaban todos ebrios sin haber probado gota alguna de alcohol. Tal y como en los viejos tiempos.

Todo aquel descontrol bueno paró por un momento. Era el momento de decir algunas palabras, a aquella chica que pronto de la ciudad iría, sabe Dios si regresará. Un momento tierno y un regalo sincero después, la fiesta volvió a empezar. Cansados ellos de bailar, decidieron hacer algo diferente, algo especial. Uno de ellos, entusiasmado y poco quieto, lo propusó: twister ellos iban a jugar. Al rato,cuerpos adoloridos y tiesos, dispuesto de formas raras y con risas de quienes miraban llenaron el piso de la habitación. El mas godofredo de ellos al piso cayó después de que el segundo en godofredez un golpe con el trasero en la cara le dio.

Es aquí donde este relato deja de ser verdadero, todo por darle algo más de "impredecibilidad".

El muchacho que recibió las sentaderas lo tomó a mal. Así que caminó como loco alrededor de la sala, cogió su mochila y sacó de ella un regalo de industrias cahuana: una pequela y peligrosa bomba molotov, diseño español. Todos asustados al agresor pidieron disculparse con el enfurecido armada; pero él se negó. Y a la velocidad con la carga una página de internet cuando hay congestión, la bomba en el estómago del agresor cayó. Ardiendo, trato de hacer lo que en las películas se ve: tirarse al piso y rodar. Lamentablemente no todo sale como se ve en televisión, y el fuego por todos lados se esparció. El resto de invitados abandono el lugar; huyeron hasta lejos estar.

Fue la godo fiesta: super día sin fin aparente. Trajo consigon la conclusión siguiente: no agredas a godo con tu trasero o pronto verás un gran incendio.

Empanada de pizza para el corazón de los adolescentes

Esto no viola especie alguna de derechos de autor. Tal vez sí, pero es sólo un blog. En mi defensa diré que esto no son muchas historias, sino una. No tiene moraleja explícita, y si hay una implícita me es difificil decir cual es. Precisiones hechas, es hora de escribir:

Estaba él enojado, muy enojado. La vida no le había sonreído al pobre Joel, por más optimista y esperanzado que fuera él. Se había quedado sin dinero hace ya algunos días; y su madre había huído de casa en un "tiempo de relax", oomo ella los llama.Gastó sus últimos solesn comprarse una salchipa de cena el día anterior. Guardaba cinco soles para pagar el taxi en el que la progenitora ebria viniera, y sol cincuenta para los desintoxicantes y el agua mineral. El estómago le crujía, pero de todos maneras cogío la mochila y a clases fue él. Tuvo que ir caminando, y en las últimas tres cuadras corriendo; con las energías que se tienen sin haber tomado desayuno o almuerzo.

Llegó tarde y el profesor no lo dejó pasar. "Reglas son reglas muchacho" dijo él. Tendría que esperar hora y media para la siguiente clase. Normalmente hubiera ido al internet o a un lugar como aquel, pero lo único que sonaba al sacudir sus bolsillos eran las llaves de la casa. Resignado, busco refugio en las palmeras del patio de afuera. La gente iba y venía rápidamente, y él seguía con hambre. Sin querer, se quedó dormido. Soñó que estaba lejos, lejísmos. Que papá nunca se había ido, y que mamá cuidaba de él como cuando era niño. Estaban los tres en una isla desierta, como las de las películas que solía ver en la televisión, cuando aún tenían una.

El sueño no continuó por mucho, despertó él por el frío. Revisó su reloj, iba a llegar a tiempo esta vez. Sacó el saco de la mochila rota, y entró a la clase 303. Nadie le preguntó porque llegó tarde, ni siquiera su "mejor amigo", llamado Ismael. Todos estaban muy ocupados, muy entretenidos como para darse cuenta que él, Joel, no la estaba pasando muy bien. Estaré bien -pensó él- después de todo, cuando mamá duerma sacaré uno que otro billete del bolsillo de su blusa. La profesora entró, dio su clase, y dejo de tarea resumir un texto de páginas trescientos treinta y tres. Todo un reto, por ser el plazo dos días.

Regresó a casa con la mirada caída. Mamá no llegó hasta horas después de la medianoche. Le dió la misma charla de siempre: no hagas lo que hago, dejame ser yo, te quiero hijo mío y ¿dónde está el baño? Revisó los bolsillos, pero no había ni un solo billete. Su estómago se retorcía, era la manera de pedirle comida una y otra vez. Salió de casa, antes de cometer un acto de lesa humanidad con aquella mujer que lo dejo sin comida otra vez. Caminaba por las calles, lento acompañado solamente por el aire. Se sentó en un parque que encontró, quince minutos después, entre la universad y su casa. Cansado, empezó a contarse historias de terror. La gente lo miraba como a loco. A él no le importó.

Quedó el dormido otra vez. Sueño de hambre, sueño profundo, sueño que el frío no detuvo fue aquel. Esta vez no hubieron fantasías. Vio su vida tal como era. Los jalados en parciales, los problemas para hablarle a los demás en clases, su madre, y su padre. Quería despertar, quería no ver esas cosas más. Pero no podía, algo raro sucedía con Joel en la banca número tres de aquel parque. No despertó hasta mucho después, con el sol bien en alto y las nubes moviéndose al este. Un panadero lo movió suavemente hasta ponerlo nuevamente conciente. "Empanada de pizza" dijo el, dejando el alimento y yéndose lento.

Joel sonrío y tragó el alimento. Dejo un pedazo sin comer, el que tenía aceitunas porque no le gustaban a él. Mamá seguramente no ha comido también, pensó. En el camino vio a un perro, le dio el pedazo a él.

Stop that; I want to see the movie

Día normal; viernes. Las calles vacías están ya, el ruido de los carros se pierde entre los murmuros de lso ebrios habituales y los pródigos elocuentes. Es invierno, se apuran a la vez que quisiera no seguir y calentar el enfríado cuerpo. ero el deber llama. Además, habían planeado ver películas hace algunas semanas. Los tiempos no eran los mejores, con tantos exámenes y asignaciones; hasta que llego el 19, día en que todos ellos llegaron finalmente al ojo de la tormenta. Después de ese fin de semana, vendrían más exámenes y asignaciones. Después de eso, vacaciones; que lamentablemente no serían tan buenas como las de años atrás. Todos se separarían, unos por viaje, otros por pasar tiempo con su "mujer", otros por que encontraron algo más que hacer.

A las diez y diez la función empezó. Gasesosas, doritos, chizitos, caramelos y chocolates dispuestos en desorden para quien los quisiera comer; comprados todos con dinero que cada uno saco de su haber. La película era un clásico: Chicas pesadas, comprada años atrás, cuando los DVD's pirata estaban tres por diez. Se acomodaron en los sillones; unos decidieron taparse con mantas, otros se quitaron tanto abrigo y decidieron aguanatar el frío que pasaba a través de los vidrios. Amigos con amigos, enamorados y aquellos dos que siempre hablaban demasiado. El dueño de la casa se acerca al televisor y presiona play.

Y todo se vino abajo. En el primer sillón a la izquierda una pequeña pelea tuvo lugar. Cuestiones de pareja, él le dijo algo a ella; ella lo tomó a mal. Ese "algo" no fue escuchado; pero por las reacciones que devinieron tras tal acto, todos supusieron que fue algo malo. Enojada, la ahora-no-tan-enamorada chica cogio la chaquta y se paró. Para no arriunar el momento, la película fue dejada en stop. El chico avergonzado fue tras de ella; ninguno de los dos regresó. Pero el show debe continuar, la película corrió una vez más. Quince, veinte minutos la película continuó. Pocas fueron las pausas: "Voy al baño", "Ríamonos de nuevo de eso", y nada más.

Y una vez más se tuvo que poner stop. Esta vez no eran enamorados; sino dos o tres invitados. Riéronse ellos demasiado, y conversaron mucho sin por los demás tener cuidado. El anfitrión vio por conveniente detener su comportamiento. Respiró, contó hasta diez y les pidió callarse pues. Los ya señalados molestos, se quejaron. Argumentaron ruido no haber provocado; que el anfitrión estaba raro y que la película era aburrida, por no decir patética. La paciencia del anfitrión se acabo. Váyanse pues, dijo él. El silencio invadió la habitación, uno a uno todos cogieron sus pertenencias y abandonaron al muchacho. "Ustedes no, ustedes no." Pero nadie escucho. " Deténganse, quiero ver la película." dijo él. "¿Quién te detiene?" dijo la última persona en salir del segundo piso del anfitrión.

miércoles, 17 de junio de 2009

Back to Basics (Parte II)

Con el fin del "Progreso", todos se dieron cuenta que antes las cosas no eran tan complicadas. Se vivía con esperanzas, aun cuando el ahora estuviera verde. Antes, la gente no se quejaba; soportarban por saber que después las cosas cambiarían. No en este tiempo, sino en el mundo del eterno. Los grandiosos "post-modernos" se sorprendieron; nada de lo de su tiempo les ofrecía esperanzas. Era poder, placer, conocimiento "verdadero", pero jamás esperanzas. Esa palabra había desaparecido poco después que empezó el "Progreso". Y ahora que el "Progreso" estaba muerto, todos podían volver al comienzo.

Muchos se opusieron, arguyendo que volverían a lo "oscuro" y a los "inventos". A voces y gritos defendieron, pero eventualmente se rindieron y admitieron que su tan amado "Progreso" había muerto. Se callaron no sin antes advertir a quienes se les opusieron: "Será su culpa si morimos todos en el intento." La advertencia causó miedo por un tiempo, hasta que todos se dieron cuenta que los únicos que murieron fueron ellos. Sin el "Progreso", no había razones para seguir viviendo. Sus alentadores se suicidaron, unos con veneno, otros colgados, y otros se sobremedicaron. Enterrados, no hubieron más voces del antiguo tiempo.

Los cambios se fueron sucediendo. No más globalización, no más control genético. Murieron las multinacionales, como también las armas nucleares. Ya no se quería sabe más de la ciencia; la filosofía estaba de vuelta. Las democracias no se disolvieron, pero si se volvieron más eficientes. Acabaron los votos comprados; no sin antes retirarse muchos políticos de barro. No todo era perfecto; pero los errores no eran tan peligrosos como los del tiempo post-moderno. Las naciones no se hicieron indiferentes: aceptaron las diferencias, pero buscaron entre ellos superarlas y resolverlas.

Lo básico, lo de tiempo atrás. No era la respuesta ideal; pero funcionó y no se sabe por cuanto más funcionará. Existe el peligro siempre: el "Progreso" regresará, y matará las esperanzas. Pero este peligro no es inevitable; el "Progreso" puede ser detenido si es que la gente se da cuenta que teniéndole ella misma se pierde. O puede que alguien decida imponerse, y así lo básico perderá su encanto. El poder entero en manos de quien no es perfecto es como encender un cigarro entre hojas secas. Es muy probable que ocurra un incendio, y que cenizas todo quede de vuelta. Por eso se debe tener cuidado, y por eso es que después de la caída de lo post-moderno, ya nadie crea en los caudillos ni en los líderes que "traigan" consigo todas las respuestas.

Pelea con lo etéreo

Regresó de clases de la universidad con demasiado sueño. Tenía en la mente la idea de leer para el examen de historia, pero eso no sucedió. Abrió las cortinas del cuarto y cogió el libró de historia proponiéndose acabar el capítulo número doce. Y en doce segundos los ojos cerró, y lento y tranquilo dormido quedó. No emitió ronquidos, ni mucho se movió. Sólo respiraba, a veces lento y a veces rapídisimo, hasta que lo etéreo llegó. Mientras tanto, su madre estaba rondando por la cocina. Buscaba ella forma de acallar la radio; las cumbias del grupo cinco la habían hartado. Su lucha contra el aparato duraría hasta que decidiera desenchufar y servir el almuerzo.

Soñando él se enfrentó con lo etéreo. Primero se vió echado en la cama, leyendo lo que no leyó. Ya despierto no recordaría nada de lo que en su sueño leyó. De la nada, una mano jalaba su estómago hacia la pared; con fuerza, con ganas de estrellarlo. Trató de safarse como pudo, pero no lo logró. Miró pero no vio nada; sentía la fuerza pero no percibía al autor. Se desesperó, estos no eran de los sueños que el tenía en tiempo anterior. Podía contar los dedos, podía sentir como su estómago estaba sufriendo; hasta que tan rápido como sucedió, el escenario cambió. La mano, o mejor dicho el brazo, dejo de pujar. Finalmente lo había dejado en paz, después de lo que parecieron sendos minutos de lucha y dolor.

Se encontró ahora el en el piso. Despierto se preguntó mil veces como es que de la cama al piso pasó, nunca encontró respuesta a esa cuestión. Esta vez no había brazo que ejerciera presión. Era algo mágico, todo se movía a su alrededor. La cama se hacía grande, para luego empequeñecer. El mundo le daba vueltas y parecía que en cualquier momento se desmayaría por la confusión. Pero eso no pasó, y más grande a cada instante se hacía el dolor. Se ahogaba, y no sabía que hacer. Estaba en su cuarto, pero las naúseas no permitían que ayuda pidiera a quien cerca estuviera. Fue el gritó de su madre él que lo salvó. "A comer" dijo ella; despertándolo del sueño, acabando así su lucha con lo etéreo.

Le contó a su madre lo que sucedió. Ella asintió, él nunca supo si es que ella le creyó. Trató algo después de contárselo a dos de sus amigos después del examen. Ni uno ni el otro, lo escuchó. Decidió callarse y no decirlo más. Por internet a otro amigo él encontró, " ¿Por qué sueña eso?" preguntó tras escuchar el relato de la pelea con lo etéreo. El soñador decidió dejar el sueño a un lado, y continuar´; que el tiempo no le alcanzaba ni para escribir en su blog. Volvió el tema a tocar cuando sin ideas para escribir un post quedó. Tipeó letra a letra lo que le pasó. El escritor del sueño soy yo. Y eso, hace dos días pasó.

La filosofía y la vida

Desde los albores de la historia, el hombre se ha hecho preguntas. Muchas preguntas: tontas, profundas, revolucionarias, y unas otras sin clasificación; pero al fin y al cabo, preguntas. A su vez, todo este tiempo hasta el día de hoy, el hombre ha formulado respuestas, en mayor número que las preguntas, mucho mayor. Las respuestas a las preguntas más profundas - y al proceso de encontrarlas- filosofía se llamó. Claro, estas respuestas tenían que ser racionales, sino mitos serían o algo por el estilo. Conforme fue pasando el tiempo, y conforme los hombres más fueron conociendo, la filosofía se complicó. Se llenó de palabras enredosas y una que otra contradicción. Pero por otro lado, una que otra respuesta halló.

Todos hacemos filosofía, porque todos nos preguntamos y todos hallamos respuestas. A veces nuestras respuestas no nos contentan, otras veces contentarnos es nuestra respuesta. "¿Qué fin tiene vivir? ¿Qué es el bien y porque tengo que hacerlo? ¿Por qué no todo es eterno?" preguntas que alguna vez nos habremos hecho, y responderlas es probable que haya estado en nuestros esfuerzos. Y conforme respondemos, nuestra vida va cambiando. Giraremos - y no que las respuestas tengan centro de gravitación- en torno a eso: las soluciones a nuestros cuestionamientos. Asi parece ser; y al parecer hoy la respuesta a todo es la indiferencia, giramos alrededor de nada o sino alrededor del placer conseguido con el dinero.

La filosofía - tomada como una ciencia exacta, exactísima- es tortura para quien quiere respuestas simples a sus muchas dudas. Es así que los muchos tratados, compendios, y sistematizaciones de filosofía no por muchos son leídos. Uno, por lo complejo que resulta; dos, por que aplicar las respuesta a la vida no es fuente de gozo, sino de agonía. Creo yo que los filósofos saben esto de su modo de hacer filosofía; pero al parecer les gusta complicarse - y complicarnos- la vida. Tal vez sea por que la pregunta lo amerita, o quizás sea una traba para que ellos puedan ganarse la vida; hago filosofía acerca de su modo de hacer filosofía. Y creo que mis suposiciones son racionales, ¿Cómo la miran?

La filosofía y la vida, de alguna manera van unidas. No son uña y mugre - a veces la filosofía atenta contra la vida- pero lo que la primera concluya acabará cambiando a la segunda. Buscamos saberlo todo; y las razones no están muy escondidas: queremos darle sentido al mundo y también a nuestra vida. Y me he dado cuenta que cuando no le hallamos sentido, todo nos es aburrido, como contar ovejas para quedar dormido. Entonces, podemos concluir que es necesario algún tipo de filosofía; o acabaremos viviendo solo por que sí. ¿Cuál es la mejor de las filosofías? Hay tantas y algunas en poco varían; es conveniente estudiarlas y ver cuál se adecúa a lo que pasa en esta vida. A la que explica sin dejar vacíos, a la que ayuda a vivir bien la vida.

martes, 16 de junio de 2009

The break-up

Estuvieron juntos por algo más de dos años. Fueron juntos al cine, al parque, y muchos otros lugares por ocio. Se besaron a la luz de la luna, bajo la lluvia, mientras esperaban que le abrieran la puerta en la calle. Fueron "el uno para el otro", inseparables; la gente hablaba de que como ellos no había iguales. Todo iba viento en popa, hacia adelante, hasta que un día todo cambió. Ella dejo de hablarle, él dejo de amarla. No supieron como pasó; y por más que lo intentan no encuentran la razón. Sólo saben que el otro está lejos ya. Y que está lejanía nada tiene que ver con la distancia.

Cuando ocurrió, el cambio no fue tan brusco. Lentamente dejaron de llamarse; cuando se besaban no sentían la "magia" en el aire. Lo que una vez encendió pasiones, ahora no era más que una de tantas tradiciones. Dejaron de agarrarse de las manos con la excusa de que les sudaban las manos. Empezaron a recordarse uno al otro los errores de antes, muchas veces cortando para luego reconciliarse. Así fueron preparándose para el gran corte. Así para cuando terminarán en serio no dolería tanto. Ambos querían acabar, pero esperaban que el otro diera el primer paso. Para que a los ojos de sus amigos el otro fuera el que arruinó tan bella relación. Ninguno daba el primer paso, hasta que aquel día llegó.

Armados de valor, o quizás hastiados de vivir una mentira, se citaron en uno de los parques en los que solían estar. En esos tiempos, no eran los únicos. Era una orquesta de adolescentes embobados, una sinfonía de "te quieros". Pero los otros, como ellos, vieron el fin de su amor. Ahora quedaban solo las bancas, y uno que otro ruiseñor. Se encontraron un cuarto de hora pasadas las tres, ella vestía jeans; el de tela pantalón. No se saludaron ni con la mano; ambos se sentaron en la banca número dos. "Quería decirte algo", dijeron los dos. Y ante esto cada uno dijo "Tú primero." Se miraron y supusieron que hoy era el suceso. "Cariño, no eres tú soy yo. Ya nada es lo mismo entre los dos." Todo terminó.

No se llamaron para devolverse los peluches y los aretes, ni las pulseras y las muñequeras. No lloraron al ya no verse, el otro ni una borrachera significó. Ambos siguieron su camino; contestando a la gente "Solo sucedió" al ser preguntados por lo que paso. Buscaron salir con gente diferente, pero nunca tuvieron tanto éxito. Para cuando se dieron cuenta que cometieron un error - que solo se habían encerrado en una rutina sin sabor- ya era muy tarde. Habían pasado años, y él lejos se mudo. Ahora la lejanía no era solo del corazón. Ella le escribió, pero él su correo mucho tiempo atrás cambió. Él trató de ubicarla, pero ni el cielo ni la tierra daban de ella señal. Él nunca se casó, ella muchas veces lo intentó.

lunes, 15 de junio de 2009

Ya no jalaba

Estaba cansado de tener que ir todos los días a aquel lugar. No quería trabajar más, por fácil y mucho-dinero-por-tan-poca-cosa que fuera. No iba a quedarme en la calle, así que me sentía libre de renunciar en cualquier momento. Pero estaba aquel estúpido pensamiento que por tantos años me venía siguiendo. "Eres un bueno para nada. Nunca terminas, nunca acabas." Palabras que en principio no causaban molestia, pero con el tiempo llegaron a atormentarme. Y ahora que en realidad necesitaba liberarme del injusto trato de este trabajo, la vocecita chillona seguía hablándome. Mi cabeza dolía, y todo me molestaba.

Me dije que todo estaría bien. Contraté a un sicólogo para que me ayudara; pero contratarlo no me salió muy bien. Fueron muchas las sesiones en las que me tuvo repitiéndole los sucesos de mi vida, para al final salir con la billetera menos cargada y rencores por cosas pasadas. Me volqué entonces al yoga y la meditación. Más baratos y menos complejos, funcionaron por un buen tiempo. Hasta que el día llegó, y los muchos ejercicios para encontrar el "yo" interno se volvieron absurdos y obsoletos. Decidí no buscar nada más, por el bien de mi economía y mi quebrantada salud mental.

Pasó bastante tiempo, y llegó un momento en el que la vocecita pareció callar. Me armé de valor y caminé hacia la habitación color marrón para poder finalmente renunciar. Toque la puerta para hablar con el señor director, y decirle que se iba a quedar sin un profesor. Y una vez más la vocecita apareció. "Inútil, bueno para nada." las palabras de mamá. "Vago, flojo" mis amigos del tiempo en el que en la universidad estudiaba. "Amor, has algo mejor que estar todo el día en mi casa" mi primera y única enamorada del tiempo en el que aun creía en el amor. Muchas voces que querían decir lo mismo. No pude más.

Corrí hasta el ascensor que tantas veces subí y bajé en mis quince años de prisión. La universidad estaba tranquila, y los susurros estudiantiles callaban cuando a su lado pasaba. Seguramente vieron mi lucha interior, seguramente pensaron que loco estaba yo. Pero ellos, como yo, no vivirían más allá del día de hoy. Armé como pude unas cuantas molotovs, cortesía de un manual terrorista de una web que no recuerdo, y el mucho tiempo libre tras la deserción del yoga y la meditación. Caminé lento y seguro, mi primer blanco sería la oficina del rector. Lance, y lance, todo lo que pude quemar, quemé. Para no sentir remordimiento ni dolor, la última molotov se dirigió a mi interior.

El poder interior

Muchos creemos tener habilidades, cosas que nadie hacer mejor que nuestro “yo”. Puede ser bailar, cantar, actuar, o el de mi caso, lograr que la gente siga tu voz. Pero falso es afirmar lo primero: siempre habrá alguien mejor. O peor, no eres tan bueno como creíste ser. Y para ser sincero, es lo que viví hoy. La historia, que de graciosa puede tener algo, se realizo en menos de media hora. Media hora que me hizo ver que en realidad no tengo tal poder interior, o si lo tengo, hoy día – cuando más lo necesitaba- no se presentó. Me dejo plantado. Fui el novio en la boda lujosa al que todos tienen que consolar porque la novia nunca llegó. Una tragicomiquísima historia.
Por políticas de la universidad, si un profesor demora en llegar quince minutos o más, el alumno no está obligado a esperar. Esto en teoría es cierto, pero su aplicación a la realidad – en donde los casos concretos se han de dar- casi siempre contradice a la teoría. Detalle que decidí obviar para así no tener que exponer en las clases de análisis de la realidad nacional. ¿Quién querría hacerlo sin haberse preparado? Quizás mi antiguo yo, el Alonso florero. Pero el del día de hoy no, por la promesa de salida del colegio de florear ya no más. Así que me paré y traté de agitar a las masas, pero agitación alguna no ocurrió.
Quince minutos y más pasaron; y al parecer el populorum universitario despertó de su letargo. Salieron todos del aula, unos convencidos; otros, con aquella convicción de que estaban caminando por gusto. Se quedaron cuatro chicas, cuyos nombres no se revela, sentadas e inmóviles, como pequeñas estatuas. Corrí hacia ellas y decidí dar el discurso político Nº2 : “Amigas, llega un momento en la vida de todo estudiante en el que tiene que tomar el poder en sus manos y derrocar el orden existente. La subsistencia de nuestra sociedad depende de ello, párense y vámonos ya.” A lo que ellas, sin dejar de estar sentadas e inmóviles, dijeron: “Estás loco. Si sabes que siempre, siempre, viene el profesor. Lo quieras o no. Bonito discurso, pero no.”
Fue ahí cuando decidí no moverme. Acepté la derrota y me senté esperando a que me llevaran a la guillotina del escarnio, este último en forma de chisme y “Pero que chiquillo”. Poder interior… Tonterías, no existe tal poder interior. Y si está ahí, hoy me abandonó. Tal vez haya una razón, pero que sé yo. A los pocos minutos llego el asistente de la profesora, que en clases explicó a lo que llamamos Ilustración. “En ese tiempo, el discurso político Nº2 hubiera funcionado.” Me dije tranquilamente, mientras mis amigos se preocupaban por la futura exposición. Respiré hondo, ajusté el nudo de la corbata. El día llegará, y ahí si servirá de algo… el poder interior.

domingo, 14 de junio de 2009

Esto no es un adiós.

Esto no es un adiós; esto es un punto y aparte. Una pequeña pausa para luego continuar adelante. No estes triste porque triste tambien estaré yo. Guardemos adentro los buenos recuerdos para cuando volvamos a vernos. Recuerda que me debes muchos juegos de video y algunos golpes por ser como eres. No te odio, pero molestas demasiado a veces. Pero supongo que ahora que estaremos lejos extrañare aun eso. Tus llamadas en medio de la madrugada para decirme idiota en inglés, alemán y otros idiomas que no puedo reconocer. Descuida, con el tiempo todos esos los aprenderé y sabré más que tu.

Odio admitirlo, pero quisiera hacer que te quedes. Odio decirlo porque sé que cuando leas esto pensarás que ebrio estoy, pero no es verdad. Lo que pasa es que hallé una forma de decir lo que pienso sin tener que pasar un roche más. Escribo, y así para cuando leas esto lejos de ti estaré. No podrás buscarme y decir " Que bonito que está, seguro lo escribiste con unas copitas de más." La verdad, no sé si me dices eso en serio o lo haces por molestar. No estoy ebrio, las "copitas de más" las dejé tiempo atrás. Ahora me dedico a escribir cuanto puedo; y en su defecto, salir al parque a ver las aves volar.

Ahora que lo pienso, sin ti estaré muy aburrido. No habrá quien me hable por horas sin aburrirse. Y dudo mucho que hallé a alguien como tú en este mundo loco y hecho trastes. ¿Qué será de mi cuando quiera comer? Sabes que no cocino, y no podré buscarte para que me hagas comer. ¿No puedes quedarte un mes más? Un año, un milenio, o lo que dure tu vida. Sé que no es posible, pero no pierdo nada al intentar. Pero de aqui te tienes que ir pues; hay de mí, hay de mí. Sé que sobrevivire; no obstante, no la pasaré tan bien. Lo único que me anima es saber que te he de ver después, cuando la pausa termine y nuestros caminos se junten otra vez.

Así pues, te deseo bien. Que estés en donde estés Dios a tu lado esté. Hasle caso, que Él sabe lo que en verdad te hace bien. Ten cuidado con los extraños, y trata de llamar para no tener tanta preocupación. Antes de regresar, cómprame alguito barato y bonito. Piensa en mí - no quiero sonar egoísta. porque en ti yo pensaré. Responde a todos mis corroes y zumbidos por el programa de chateo. Vuelve pronto, aquí te esperaré. Con el mando de nintendo en la mano, la gelatina de limón en el cuarto y una sonrisa que deja lejos a los chicos de la propaganda de colgate. Te quiero, y no lo niego; te detesto por molestarme. En realidad también quiero eso.

Pasos para pagar una deuda...

Versos breves
como los del que no quiere
escribir para nada hoy
pero lo hago, y ahí voy.

Días han pasado
Con temblores que mi sueño han acabado
Y clima que mi corazón ha enfríado
Peor sigo vivo, y sigo caminando.

Sueño y hambre hay
Como ranquilidad y sonrisas agudas
Sin olvidar los problemas y soluciones
Y tambien los dilemas y contradicciones

Doce y diez
El mañana ha pasado a ser hoy
En horas pocas vendrán todos los del párrafo anterior
A dormir, para enfrentarlos del modo mejor.

Adiós, adiós
Machs gut, wis dann
wake me up when the week ends
la vita e bella, ciao adeu!

El tricameron

Todo empezó con un leve error. Las llaves del carro ella dentro olvidó; suceso que la obligó a buscarlas a kilómetros de distancia de aquel alejado lugar. El peligro de perder pedazos de carro -lunas, llantas, aros- hizo que el grupo se separara en dos. Marvic, Michael y Alonso se quedarían en Ciudad de Dios, mientras que las señoras Helen y Mery irían a prisa a recoger el duplicado. La noche había llegado, y el frío era terrible. Los tres jovenes entraron a la tienda para comida poder tener. Consiguieron tostadas, pan, mantequilla. También una vela y fósforo para alumbrar el cuarto que no tenía electricidad.

Entraron tan rápido como pudieron, porque el frío hacía que temblaran pues. Prendieron la vela y la sujetaron a la mesa con unas cuantas gotas de cera. Alonso, que todo el día había estado inquieto, fue poseído por el deseo de incendiarlo todo. Probó con papeles, llaves - que luego el chico lamió- y la bolsa que tenía el pan. Detenido fue en el momento que intentó su cabello quemar. Era un peligro que Marvic y Michael no podían dejar pasar; de pirómanos se les podía acusar. Los panes uno a uno fueron comidos, y la gaseosa fue servida en un vaso comunal. Nadie se detuvo a pensar en la higiene o cosas como esas, la porcina se veía lejos, muy lejos.

El ambiente oscuro, frío y coloquial; junto al mucho tiempo que ellos iban a esperar tiene una consecuencia clara y obvia: empezaron las historias de terror. La vela intencionalmente Alonso apagó, con una mezcla de saliva y coca-cola. Prendidas estas nuevamente con mucho esfuerzo y observado el carro, la sesión de cuentos empezó. No se hicieron elecciones, ni jalaron ramitas para ver quien empezaría con la infusión de terror; simplemente Marvic empezó. Contó ella una historia que miedo no infundió. Señora rica y avara regresa del más allá para reclamar un anillo que el cuidante testamentario robó.

El cuento de Michael no fue mejor; tanto así que nadie lo escuchó. Pero ocurrió un suceso que de gallina puso a todos la piel de los cuerpos. La puerta sonó revelando a los muchachos que no hay seguridad en este mundo. María, una de las chichas que ya se había ido, regresó para buscar una hoja que dejo en el cuarto de atrás. El susto ido, el turno de contar historias de Alonso llegó. Él contó algo aburrido que a nadie logró asustar. Gringos que roban órganos a nativos de la selva peruana. "¿Y eso que tiene de extraño?" dijo Michael. "Hacen eso en Arequipa y en todos lados." Callados todos estuvieron después de el comentario. Miss Helen había llegado con las llaves del auto.

Leccion del día: escuchar música hubiera sido mejor.

viernes, 12 de junio de 2009

La policía no te respeta

Caminando por las calles el surfista presentado atrás en este blog, tuvo un altercado que no nos pasa a todos hoy por hoy. Estaba él transitando una de las tantas calles del cercado de nuestra ciudad, cuando una voz lejana le ordena detenerse. El surfista es forzado a interrumpir su travesía turística, a la vez que el "The way I are" de Timbaland deja de sonar. La voz correspondía a una figura policíaca, que al rato de mandarle a detenerse le pidió documento de identidad.

"¿A qué se debe todo esto?" dijo el surfista, con la impresión de que algo no andaba bien. Y era verdad, no es normal que una patrulla te detenga sin razón en especial. Para su mala suerte, la reacción del señor de verde no fue muy cordial: "Con que desafindo a la autoridad, ¿No? Pégate a la pared." No era la primera vez que se veía obligado a pegarse al frío concreto, pero esta era especial. Esta vez era la policía y no aquellas personas que viven de lo que puedan robar.

El surfista entregó pues su documento de identidad, para así deshacerse de la incomodidad de tener un policía en tus narices que no te deja respirar. "Soy menor de edad, ¿Me puedo ir ya?" preguntó enojado. Si bien no tenía carrera alguna contra el reloj, el capitalino no quería estar más en ese lugar. La situación había dejado de ser divertida algunos minutos atrás. En casa es en donde debería estar -pensó- sólo faltan unos días más.

"Está bien mocoso. Puedes irte. Cómo sabrás, ayer hubo huelga por acá. Un grupo de ratas ocasionaron destrozos, y que te puedo decir, la cara que te manejas no te ayuda en nada. Un consejo hijo: cambiate de peinado o esta no será la única vez que te detendrán" La forma en la que le idjo todo eso no era normal. Extrañamente, no se podía distinguir bien si lo decía con sarcasmo o con sinceridad. El policía entró a la patrulla, cerró la puerta. El surfista siguió con su ruta.

Labial rojo Nº 12

Estaba ella viendo la novela. Estaban a punto de descubrir quien mató al viejo rico cuando el timbre sonó al menos unas treinta veces. Había llegado una vez más el momento de lidiar con otra borrachera marital. Renegaba por dentro -se perdería de la novela el gran final - mientras se dirigía hacia la puerta a paso firme y con el corazón indispuesto. Recordó aquella promesa hecha ante un altar casi veinte años atrás; se detuvo antes de la perilla girar y respiró. "Podría ser peor" pensó.

Lo dejó pasar sin escuchar por un momento sus muchas palabras -unas cariñosas, otras hirientes- y lo llevó hasta la habitación que alguna vez acogió a Ester. Ella se fue ni bien salió del colegio para "pasarla mejor". Nunca supo a donde fue a parar. Nunca llamó, ni dio señal alguna de estar con vida. Lo echó en la cama con cierta facilidad. Cayó como piedra en una posición que se veía incómoda. Procedió a quitarle los pantalones. Sacó la billetera, y con cuidado de despertar al ya dormido, cogió unos cuantos billetes de ésta.

Empezó a llover en la ciudad. "Gracias a Dios viniste temprano. Te pudiste enfermar" dijo en un susurro hecho con sinceridad. Suspiró. Faltaban algunos días más para que él regresara a trabajar fuera de la ciudad; por tanto, faltaban algunas borracheras más. Serían pedazos de novelas que no vería, miradas de pena de los vecinos al pasar y algunos suspiros más lo que ella tendría que afrontar. Pero ella ya no se sentía mal; había dejado de sentirse así años atrás, cuando Ester aún no se había ido. "Pérdida de lágrimas. Llorar nada cambiará." lo repitió tantas veces y por tanto tiempo que finalmente dejó de llorar.

Lo sentó sobre la cama para quitarle la camisa. Medio dormido, medio borracho; la masa gigante que balbuceaba era controlado con mucha facilidad. Pasó sus dedos por la seda importada. Se detuvo un momento en el cuello, ante la marca dejada por un labial. "Rojo Nº 12" - en un susurro otra vez - "Nada mal, nada mal." Dobló la camisa, salió del cuarto a prisa. Apagó la televisión - la novela había acabado ya, el noticiero estaba por empezar. Cogió el teléfono y marcó con gran velocidad. Contestó la voz de una mujer.

"Aló" contestó una mujer de voz ronca. Ignoraba que al otro lado de la línea estaba ella, la mujer de aquel hombre que embarcó a las 8: 10 en un taxi de poca seguridad. Unos cuantos alos más sin contestar y la mujer decidió colgar. La esposa los contaba desde la primera vez que llamó. Siempre eran seis; ni uno menos, ni uno más. "Bonito labial comadre" sin sentimiento alguno, esta vez fue ella la que pusó primero el teléfono en su lugar. Prendió de nuevo la televisión. El noticiero central estaba a punto de empezar; los titulares pasaban a gran velocidad. Muertes en la capital, lluvias en la serranía, un intento de asesinato a un presidente de Europa. Nada especial, como su día.

Mi primer arresto ciudadano

En una calle peligrosa de la ciudad me encontraba yo cuando ocurrió. Estaba buscando un repuesto para mi celular, que días atrás al piso cayó desde la ventana del segundo piso de la casa de Adrián. Buscando el precio más bajo - el repuesto me iba a salir caro-, entré por un callejón poco transitado. Era "el mundo de lo robado, aquel lugar en donde todo lo que puedes comprar es ilegal; por lo tanto, comprarlo está mal. Pero a la hora de la hora, que sea bueno o malo en realidad no me importa. Mientras que la policía no me detenga ¿Hago algún mal yo?

Una chica se encontraba en la primera tienda donde decidí buscar. Preguntó por un Motorolla W 200 y algo, regateo por dos soles menos y finalmente lo compró. Se veía feliz, como un niño en su cumpleaños al ver que todos - hasta los amiguitos mas misios- le trajeron juguetes. Fue ahí cuando, desde las sombras, el ladrón - que en este caso es del que roba a ladrón- de las sombras salió a quitarle a la chica su nueva posesión. Pasó por mi lado despacio, y fue ahí cuando mi quijote interior me obligó a detenerlo. Lo cogí con los brazos y lo estrellé contra la pared.

Le quité el celular y le dije a la chica que debíamos llevarlo a la comisaría. Ella sonriendo dijo que sí, que teníamos que hacer pagar a tan gran malhechor. Juntos y sin la ayuda de ningún vendedor, llevamos al ladrón hasta la estación de policía. Salimos del “mundo de lo robado” y vimos como todos nos aplaudían. “¿Arresto ciudadano? ¿O es policía vestido de civil?” alguno se preguntaban con emoción. Cegado por tanta atención, no me di cuenta que el ladrón extrañamente no se resistía a mi opresión. Finalmente, la chica, el ladrón y yo, cruzamos las puertas de la comisaría.

Y ahí todo cambió. La chica y el ladrón – que antes de entrar se liberó y me empujo- gritando dijeron que habían capturado a un ladrón. “Arresto ciudadano, es el primero desde que en vigencia esa ley entró. Por lo visto si funciona.” El policía preguntó por el objeto robado. “En uno de sus bolsillos debe estar.” Dijeron los dos. La mano fría del gordo policía en mi bolsillo entró. Sacó el celular, y el dinero que saque de casa para el repuesto comprar, me lanzó unas cuantas miradas de desprecio, mezcladas con odio y un golpe en el estómago. “Lo acababa de comprar” -dijo la chica- “acá tengo la boleta.” Extrañado por esto – en el “mundo de lo robado” no dan boletas- me di cuenta que estaba siendo víctima de un engaño.

Demandado fui por robo agravado. Perdí porque nadie nunca me creyó, no importó que la verdad fuera lo que dijera yo.

El trío y la colada: Una historia de amor post-moderno

Ella, ella y yo no tenemos problemas en esta cosa que tenemos, O sí - me olvidaba- ella, la colada, también está bien. No somos musulmanes, pero estamos de acuerdo en muchas coass: Ellas en compartir a este humilde redactor. Y yo en realidad no me queja, tener a tres lindas chicas diciéndote cariño es algo a lo que no se le puede decir no. Después de todo, ellas no se hacen problema, ni yo. Es algo extraño, pero así extraño como es fuente de risas y alegría es aun cuando en examenes ellos estén. Sería esto perfecto si es que la colada no fuera colada, es decir, si dejara a aquel a quien le promete ser fiel y se uniera al trío.

El tiempo pasó, y la colada dejo a su señor enamorado por motivos de fuerza mayor. La verdad, este escritor no sabe que pasó, y no manchará de ficción esta historia que en realidad sí pasó, y aún pasa hoy. Tristemente - y triste solo para ella- la colada con ese nombre se quedó. No le importó, ya qúe el caríño era el mismo; por no decir mayor. Aunque lo nuestro no sea una relación en el sentido plenamente romántico de la palabra; creo que a veces es mucho mejor. No hay aquellas pequeñas grandes peleas, ni regaños celosos. Por que en nuestro mundo amar es compartir, y compartir es lo que hacemos, ¿No?

No me atrevo a tildar lo nuestro de mundana promiscuidad. Muy en mi interior creo que error no cometo yo, y creo que ellas sienten lo mismo que yo. Nos decimos cariño, hablamos de amor; pero nunca llegamos a algo mayor. Nos pertenecemos y a la vez no, somos independientes en cuanto trío y elemento colado. No nos regalamos cosas al cumplir el mes, y no las necesitamos. Co saber que ocupamos un lugar en el corazón del otro todos los días del calendario nos conformamos. Estudiamos y conversamos mientras el profesor de romano hace su dictado. Lloramos de a mentiras para luego reirnos de a de veras de nuestras muchas tonteras.

No es necesario darle mucha explicación. Comenzó un día como hoy mientras estudiábamos para un contro de natural si bien lo recuerdo. Como siempre, hablamos de todo menos de derecho natural; entre todos los temas del amor. Una cosa llevó a la otra, e instituimos nuestra tripartita relación. Desde ese día, todo de bien a mejor. Cosas que hacen falta las hay, entre ellas pasar más tiempo juntos para conversar. Pero lo malo no vence a lo bueno, y puedo afirmar que estoy contento. Contento de tener en mis adentros, el nombre de ellas dos - y para no romper la costumbre- de la colada también. Somos el trío y la colada: una historia de amor de los días de hoy. Historia que aun no tiene final...

La edad no es nada más que un número

Pudiera ser yo hombre viejo y de barba larga a la vez que sigo yendo a quinceañeros o podría ser un quinceañero y cuestionarme día y noche sobre los tópicos más profundos. Extraño, pero cierto: la edad no determina nuestra manera de actuar. Tal vez sea mi imaginación, pero creo que somos nosotros en nuestras muchas complicaciones los que decidimos atribuir a la gente comportamientos según la edad. Así, no es correcto que un anciano juegue play; que un niño discuta sobre políticas. Y como estos ejemplos hay muchos más.

Lo más gracioso es que mientras vemos como los más jóvenes ríen y se divierten, deseamos poder ser como ellos; pero cuando tenemos la oportunidad de hacer lo mismo que ellos nos inhibimos y criticamos a todo aquel que decida hacerlo. "Ya pasó mi tiempo para eso" decimos para nuestros adentros, sin saber que a menos que carezcas de fuerzas para hacerlo, siempre será tu tiempo. O puede que sea al revés. Mientas que los más viejos se enfrascan en elucubraciones destinadas a problemas resolver los tildamos de aburridos; cuando por dentro queremos opinar y entender.

Nunca entenderé ésta extraña situación. Reglas de juego que no te ayudan a jugar bien. Complicaciones que no tienen sentido - al menos- a mi parecer. Tener que respetar a un viejo de cuarenta y tres que no aprendió a mantenerse, mirar de menos a un chico de dieciseis sólo porque no le salen bellos de la cara y de la piel. ¿A qué viene esto todito? A que he estado viviendo últimamente como un "niño", recibiendo críticas que no debieran haber sido dichas. Y no, mi intención no es defenderme y contraatacar. Sólo busco explicar mi manera de actuar.

Admito que hay momentos en los que "aniñarse" está fuera de lugar. Entendí esa parte, y estoy rumbo a cambiarla; a mi ritmo pero cambiaré. Pero no aceptaré que deba ser un "adulto" todo, todo el tiempo. Creo que di mi explicación, y estoy dispuesto a escuchar cualquier argumento que no tome mi posición. No soy perfecto, y puede errar en todo esto; y estoy dispuesto a retractarme si es que algo digo mal. En fin, se acerca mi hora de dormir, y mañana - como todos los mañanas de la etapa universitaria de mi vida- tendre mucho que estudiar.

miércoles, 10 de junio de 2009

Si fuera...

Si fuera poeta, escribiría mil y un versos
para decirte cuanto es que te amo
Ni poeta ni anacoreta, soy mero aficionado
pero aun así puedo decirlo: te amo.

Si fuera cantante, con mi voz en alto diría
mejor dicho, cantaría acerca de tus mil maravillas
Pero de cantante sé que no la hago,
así que sin ritmo, ni tono lo digo: ¡Haces trabajos extraordinarios!

Si fuera muchas cosas, podría de muchas formas
darte de todo lo que hago, 3/4 mas 1/4
pero solo soy humano, futuro abogado
es poco, pero aun así te lo voy dando.

Esta es mi historia, sin honor y sin gloria
pero de que es historia, es historia
y espero que de algún modo, y en algun momento
aliente a otro a darle a Él gloria...

Hasta el final

Si has de terminar conmigo, está bien. Pero algunas cosas te pediré si es que quiero mantenerme de pie. No es necesario que digas que lo harás, sólo quiero que escuches y ver si de alguna manera lo que va a pasar no sea tan amargo, ni tan peligroso para mi frágil sanidad. Aqui van, espero que sepas comprender que si bien no es la primera vez que me tengo que alejar, lo nuestro fue algo muy especial.

Decepcioname de la manera mas sencilla. Por favor, hasme creer que me amarás al menos un día más. Así mis lágrimas no caerán con tanta velocidad. Rompe conmigo gentilmente, así no me importará tanto que la soledad me vuelva acompañar. Si te vas, vete lento; si te llevarás tu amor, llevátelo de a poquitos; así no me daré cuenta hasta el final.

El amor que compartimos fue tan especial. Te quise tanto como pude, y creo que aunque ya no me quieras más no te dejaré de querer. Y es que llegaste a ser parte de mí, y que te vayas es perderme, sí. Siento que tal vez no vuelva amar otra vez, pero estaré bien. Cariño mío, con haberte tenido alguna vez sé que de alguna manera sobreviviré. Así que una vez más te pediré...

Rompe conmigo gentilmente. Permiteme un último beso, y luego dime que no fui tan malo, que te vas por que es algo que tenía que pasar. No prometas volver si es que no volverás. Dime la verdad, pero no me la digas tan mal. Mide tus palabras y si ves que me duele, detente un rato hasta que pueda respirar. Tal vez así mi corazón no se disolverá; roto ya está. Permiteme - te lo pido como amigo y ya no como lo que fui- amarte hasta el final.

Orden

Cada cosa tiene su lugar. Los lugares a los que pertenecen normalmente permiten que uno puede usar de ellas con eficacia. Lamentablemente, pareciera que hallar el lugar indicado es muchas veces todo un problema. Se pueden pasar horas moviendo de posición, sin llegar al resultado correcto. Pero si al final - con todo el esfuerzo- se logra poner las cosas en su adecuado lugar, de modo que estas cumplan su fin, satisfacción y algo de tranquilidad.

Con el tiempo se ven resultados si es que uno se acostumbra a ordenar. Todo ordenado, no tendrás que pasarte horas de horas revisando cada rincón del cuarto, para al final encontrar lo deseado en medio del baño. Entonces, queda agregar que tener buena memoria, o al menos ejercitarla, para que además de ordenadas las cosas, se pueda recordar el lugar que les tocaba.

En fin, cosas que uno aprende conforme el tiempo pasa. Después de mil y una ocasiones - llaves que no te permitieron salir a tiempo, no hallar el regalo- y unos cuantos coscorrones, es difícil dudar que la máxima de la primera oración sea olvidada. Ponerla en práctica solo es posible con prudencia y perseverancia, virtudes raras en la época del "Que sea lo que salga" y el "Que mas da".

Orden, palabra que define como deberíamos vivir. Pero ¿Es posible el orden en la situación que actualmente se ve? Sí, sí lo es; lo único que pasa es que el grado de dificultad es tremendo. Y tal vez uno sólo no logre ordenar mucho, pero al menos algo se hará. Como dice aquel buen dicho que se tacha tanto de cliché "El cambio - y en este caso, el orden- empieza con uno mismo."

martes, 9 de junio de 2009

¿Ha muerto Dios?

Dios no es un invento irracional; ni mucho menos una manera para tranquilizar a los pueblos. Él es real y nos está viendo. Y no, esto no se trata de religión, se trata de reconocer que hay Alguien superior que puede llenar todos nuestros anhelos. No hay otra respuesta; la suma del sinfín de intentos siempre acaban en lo mismo: vacío y más vacío. Antes que el vacío viene el placer; pero sabemos que solo es moméntaneo. ¿Por qué seguir negándolo?

No es que Dios haya muerto, ni que lo hayan matado; simplemente la gente vive negándolo. Claro, lo "resucitan" cada vez que pasa algo malo, o un desastre natural esta pasando, o se está apunto de dar un examen para el que no se ha estudiado. Para el resto de los días de la humana vida Él es lejano, raro, y hasta se dice que a veces creer en Él es malo. Enfurecidos, aquellos se burlan de aquellos que dicen buscarlo.

Para llegar a Dios no es necesario ser un santo, ni un caballero de vestidos holgados; lo único que se tienes que hacer es pedirle de corazón que esté a tu lado. Y Él, que además de ser enteramente Amor, también es Sabio. Se manifestará en el momento adecuado, sólo hay que esperarlo. Dios - que muchos tachan de misterioso y extraño- lo tiene todo bien pensado, solo hay que escucharlo. Creer en Él - por ende, amarlo y hacerle caso- no significa que los problemas se irán de una vez y para siempre de tu lado; tendrás una forma diferente de ver todo lo que está a tu lado. Seras realista, pero a la vez esperanzado.

Dios no ha muerto; pero respeta lo que pensamos. Aun cuando estemos haciéndonos daño. Porque negarlo es lo mismo que negarnos, pues nuestra vida - mortal y limitada- no se puede entender si no es porque Él desde que naciéramos ya nos había planeado. Así es, Dios te está esperando; a que lo bsques y le hagas caso. Puede que ya lo lleve haciendo años, ¿Qué estas esperando?

Ella es bonita

Lava, limpia y cocina todos los días. Es una rutina que se repte desde que se mudo para formar su propia familia. Los años de estudio universitario no se fueron abajo; ella siempre supo que el Derecho no era lo adecuado en un mundo lleno de hombres abogados. Y ahora, ama de casa, se conforma con escuchar los noticieros y el cantar de las aves. Espera todos los días la llegada del esposo y los hijos, con la comida servida y las camas tendidas.

Lavados los trastes y barrida la morada desde la entrada hasta la cocina, se sienta tranquila a ver la telenovela del día. Se pierde por un momento e imagina otras vidas. En ellas hay intriga, pasiones y amores a escondidas; no como en su vida, en la que su esposo rara vez le dice que está bonita. Abre los ojos, es hora de controlar que los hijos hagan las tareas y luego echar a dormir con el esposo. Es ahí, antes de dormir, que leerá la novela que hace años compró en una tienda.

Nunca se enfada, porque tiene miedo que le salgan arrugas y más canas. Tiene que ser bella, así su seguridad está asegurada. El esposo no la dejará abandonada; y no le importa ser engañada. Cuando le dijo sí al padre en el altar no mentía, mientras de ella dependa se aferrará a su esposo, "Hasta donde me alcance la vida", suspirá cuando le faltan energías.

Así es la vida de esta mujer: cada día mitad limpia y cocina, mitad soñar despierta con otra vida. Raros cambios suceden, y estos se llaman cumpleaños, vacaciones y fin de año. Las navidades y fiestas de cristianos las borraron hace algunos años, por ser de muchos gastos y haber poco tiempo en el horario del esposo empresario. Ella no renegó; todo lo contrario, así no tendría que cocinar más. Ella es feliz, ella es bonita, ¿Tiene algo de mal su vida?...

lunes, 8 de junio de 2009

Billetera, celular, llaves.

Billetera. Pedazo de cuero que sirve su propósito: guardar billetes, monedas, fotos, recuerditos y cachivaches extraños. Lamentablemente, no cuenta como prenda para los juegos strip - como el strip-poker y su variación infantil el strip-uno- y tampoco como arma para defenderse de los asaltantes que se esconden por el puente y por el tren. A pesar de aquellos defectos, la billetera ayuda y almacena las cosas bien.

Celular. Aparato electrónico que te permite llamar a un aparto similar - o su contraparte, el teléfono fijo- siempre que estés en un lugar que tenga señal. Un mal necesario, que es sinceramente muy fácil de robar. A veces te ayuda a enterarte de emergencias; pero otras causa incomodidad, pues llamado puedes ser en momentos no apropiados. Celular, no se sabe si es una necesidad o una vana comodidad.

Llaves. Piezas de metal u otros materiales acopladas de manera tal que cerrojos abren. Provienen de mucho antes de las epocas medievales, exactamente nadie lo sabe. Aunque algunos opinan que son de seis siglos antes de que llegara el Cristo del cristanismo. Útiles para lo que todos sabe, abrir puertas, cofres y otros varios. Pero si van acoompañadas de un buen llavero, pueden ser otros los usos de estas. Estan las que la hacen de destapador, de encendedor y hasta las que por ser piedras sirven de arma punzo-cortante ante cualquier ofensor.

Billetera, celular y llaves. Cosas pequeñas que en mis bolsillos caben, y que ultimamente llevo conmigo a todas partes. Usos les doy, excepto al celular. Este aparatucho solo tiene uso cuando llama mamá para decirme cordialmente "¿Donde estas?", otro uso - aparte de equipo miniatura- no le doy. A los otros dos, expuestos los usos están. Punzo y corto; dinero ahorro y recuerdos transporto. Y pensar que hace 2 años decía yo que eran para tontos.

Telefónica

Pago puntualmente mis recibos cada mes. Espero tranquilamente disfrutar del internet. Mis oracioens cortas, porque mi ira me entorpece. Aun así, no significa que no dire lo que por mi mente sucede. Tú, compañía del mal, hiciste que perdiera mi trabajo del día; trabajo que por cierto me causó un tanto de alegría. Mi amigo se burla de mí, y me llama nenaza por la forma en que reacciono ante "tan pequeña cosa". Pero la verdad, no me importa.

No desearía cosas malas, pero no te deseo el bien. Y lo puedes ver por la forma en la que estrello mis dedos contra el teclado. Seguramente no te importa, igual ganas tu dinero, y todo esta bien para ti mientras no colapsen los bancos. Pero en este mundo todo da vueltas, y estoy seguro que vendrá otra transnacional y te la hará pagar. Todos tus usuarios enojados y frikeados se irán, ya lo verás.

Telefónica, amiga mía, no te sientas mal. Igual te pagaré llegado el fin de mes, igual te pagarán todos los demás. Tú no nos quieres, tú quieres nuestro dinero. Quieres dominar el cochino mundo entero. Pero esos planes de dominación se detendrán, como dije, o vendrá otra compañía, o te expropiará un presi nacionalista. Y claro, cuando el segundo pase, quedarás en manos de partidistas tarados que te manejarán mal. Tú ya sabes los resultados.

Sé que tanto comentario mío no cambiará nada. Que quejarse es en vano, cuando el poder en tus manos es insuficiente para lograr algún cambio. Pero por tu culpa se borró el post anterior, que no se grabó ni como borrado, así que para satisfacer al escritor interior, te dedico este pequeño crítico comentario. Y ahora que ya es tarde,y que mis ojos arden - mi madre gritando "Apaga ese traste"- te digo adiós proveedor incompetente. Hasta la prçoxima ocasión.

domingo, 7 de junio de 2009

Back to basics (Parte I)

No es la primera vez que sucede. Todos hicieron todo muy complicado, y ahora que se tienen que pasar los tragos amargos se preguntan extrañados en que han fallado. Es en ese momento en el que una voz se levanta y dice con cierta desconfianza " Lo hicimos todo complicado, regresemos a lo básico". Los más sabios extrañados ante semejante comentario se levantan enojados.

La voz es muerta. ¿Quién en su sano juicio se opone al progreso? Lo básico es oscuro, es turbio, es primitivo; en conclusión, es insensato regresar. La respuesta está en progresar más, en no detener la inventiva, la tecnología, el avance de la humanidad. En ella está la cura a todos los males, lo que ha ocurrido esta vez no es más que un suceso excepcional. Pero nada trágico, no es algo que la magia del hombre pueda remediar.

La ciencia avanzó y los males desaparecieron. Pero el vacío de aquellos fue reemplazado por errores nuevos. El círculo vicioso de siempre, la misma voz elocuente que sufre la misma muerte. Tantas veces los mismos actores, las mismas situaciones que a cualquiera harían pensar que la historia es cíclica. Pero si la ciencia no se ha pronunciado al respeto es que no debe importar. Todo monótono, todo imperfecto...

Hasta que el progreso se detuvo, no hubo mas "evolución". Se acabaron las nuevas ideas, las grandiosas explicaciones racionales y sus semejantes. Nadie tenía nada más que decir, y la vocecita esta que por tanto tiempo moría apenas hablaba, pudo imponer su "revolucionaria" idea. Y volvieron todos a lo básico, alo que tanto criticaban de inservible e invaluable. Cayeron las murallas que separaban el pasado de la "modernidad"...

Ultimo Primer Beso

No hubo magia en el aire, ni palabras bonitas de por medio. Labios, lengua que tuvieron movimientos al compás de la luna y las estrellas. No medí el tiempo, pero sabía que ya era tarde. Regresé con la sangre caliente, un corazón que se movía desenfrenadamente y con la idea de que lo nuestro duraría para siempre. Tonto, tonto corazón adolescente, que lo confundió todo. Lo que ocurrió aquella noche no fue nada, solo un agarre.

Ella y yo nos conocimos en la cabina de internet que atendí ese verano. Entró alrededor de las seis, acompañada por una prima cuyo nombre no recuerdo bien. Llamós dos veces para que le arreglara a computadora, pero no había nada que arreglar. Pidió mi coreo electrónico, a lo que yo accedí. Unas cuantas caritas felices, mi nombre, su nombre y una invitación para conversar más en el parque pasaron para que el corazón se estremeciera cegando a la razón.

En el parque hablamos de trivialidades: el estado del tiempo, la cantidad de tiempo que yo me quedaría; me pregunto de colegios y de si tenía o no dinero. Contesté, aunque tenog que admitir que en algunas cosas inventé. De colegios hasta hoy poco comprendo, y dinero ahora algo tengo, pero en ese tiempo no había ni para el alimento. La conversación acabó justo como empezó: "Hace frío ¿No?" Camino de regreso a casa, pienso que no me fue ni mal, ni bien.

El día de mi partida se acercaba. A Arequipa tenía que regresar, las vacaciones llegaban a su final. Por el chat le comenté, y me dijo que tenía que despedirme de ella bien. No entendi, pero dije que la quería ver. Despues de todo, ella había hecho de la semana algo más agradable; el resto de amigos estaban en clases. Citado fui pues, al parque de las rieles del tren. Se sentó a mi lado, me miró y dijo "Despidete pues", su cara se acercaba y la mía también. No hubo magia en el aire...

sábado, 6 de junio de 2009

Relax

Cierro los ojos. Imagino un montón de arena, olas a lo lejos que en la orilla revientan. Estoy divirtiéndome, no hay nada que me pueda estresar. Atrás qedaron los examenes, los problemas míos y los de los amigos también. Todos hundidos en lo profundo de un río; no tiene caso preocuparme ya. Hoy respiro hondo, muy hondo; hasta que los pulmones no dan más. Camino tranquilo por las calles -cantando- sin dirección alguna, caminaré hasta que la noche sea oscura y de casa me llamen una vez más.

No tengo idea de lo que hice ayer - de mi mente lo saqué- ni de lo que haré mañana. No estoy lunático, deje todo a un lado para poder respirar. No me desentiendo del mundo, me recojo de él para poderlo comprender. Quiero escuchar mi pensamiento una vez más, quiero dormir, quiero descansar. En casa estoy una vez más, con el plato frío en la mesa y el celular sin ninguna llamada. Como lo suponía, nadie se dio cuenta.

Si hubiera tenido dinero me hubiera ido a la casita de ciegos que dan masajes, pedirme una botella de limonada gigante y los periódicos chicha del día. Reírme un rato de la chica empedernida y luego sentir compasión, renegar ante tanto escándalo y finalmente, arrugar los periódicos y tirarlos al tacho. Pero no, el dinero que tenía todo ha sido gastado. La mayor parte en pagar lo que tenía que ser pagado. No importa, hoy he descansado.

¿Descansado de que? ¿Acaso trabajas?, reniega mamá; tal vez tenga razón. No trabajo, no hago esfuerzos tan grandes como los de otros. Pero que más da, lo necesitaba y eso ni ella lo puede negar. Era eso u otro de mis colapsos, en los que moqueo el piso del baño y le doy un toque de salado al water rosado. Y por mi salud mental tuve que escoger el primero de los ya mencionados. Estado aactual: nuevamente realista y esperanzado.

viernes, 5 de junio de 2009

No hay un "yo" en el equipo

Por más que lo repita, la frase no me acaba de convencer.

Si en los equipos no hubieran los egoistas, tal vez la máxima del título me podría convencer. Pero no, siempre habrán de los tipos que quieren hacerlo todo, no importa si el grupo es de tres o si es de veintitres. Gritan - y otras veces lo hacen todo ad silentium- y luego se jactan por haberlo hecho todo, dejando en el suelo la moral de los compañeros.

Y están tambien aquellos grupos en los que - por razones expuestas en el párrafo uno - todos son buenos haciendo nada; por tanto, el menos vago, generalmente el más preocupado, tendrá que hacer el trabajo. Bueno fuera que al menos honores se le rindieran; y en su defecto, al menos las gracias como se pueda. Pero cosas así raras veces suceden, y el crédito se lo lleva el grupo, no importa quien haya hecho el trabajo.

Dada la inherente socialidad humana, a lo largo de la vida en grupo se tendrá qe trabajar. No queda otra opción que tragarse el orgullo y hacer lo que se tega que hacer. Por otro lado, también ese tiene que entender que equipo no se puede entender como "el equipo soy yo", por más grandes aspiraciones absolutistas que se tengan. El resultado de tal pretensión sera una decapitación - no como la del nieto del elocuente monarca- a manos de los enardecidos equipistas que su chance no tuvieran de probarse.

Cooperación y solidaridad: dos palabras que no deberian de ser tan mal usadas en los días de hoy. Invocadas son ante todos los desastres naturales y artificiales, pero olvidadas apenas acaban y los "cooperadores" y "solidarios" se vuelven rapaces y holgazanes. Cuestiones esenciales por resolver s es que se quiere mejorar la alicaída humanidad. Cuestiones que necesitan un inmediato accionar.