jueves, 1 de octubre de 2009

Salida

Abrió la venta lentamente, mientras el humo del cigarro que acaba de fumar se perdía en la habitación. Su cabeza daba vueltas en aquella noche. Él sabía que muchas cosas habían de cambiar.

La semana que había pasado trajo consigo problemas de todo tipo. El lunes le robaron el celular dos hombres más altos que él. El color morado de su ojo derecho era prueba de aquel encuentro. El martes tuvo una de las peores migrañas de su vida, cortesía de tantas noches sin dormir por hacer tareas. El miercoles, cuando parecia que nada podría ir peor, descubrió que sus padres habían estado celebrando su cumpleaños en una fecha equivocada por diecinueve años. Su partida de nacimienáto claramante lo decía. El resto de la semana la pasó deprimido, como era costumbre suya desde hace muchos años.

Todo eso se añadía al estado crítico de su cuenta bancaria, a los oscuros pensamientos que le recordaban su pasado y a su humor seco, sequísimo. Apagó las luces y empezó a escribir en una página de su diario...

La lluvia y las lágrimas que por su cara escurrían se confundían en aquel domingo lluvioso de verano. Todos sus amigos habían escapado de aquel clima y seguramente- pensó él- estaban en la playa del calor y el mar disfrutando. En silencio, se acercó hacia el cuarto donde se guardaban los recuerdos familiares: fotos, juguetes, entre otros. Cogió todo lo que alguna vez fue suyo y lo puso en su cuarto. Miró la variedad de cosas -desde juguetes hasta cartas de sus ex-chicas- y con las cenizas del último cigarro incendió todo ello.
Dejo que el fuega se esparciera...Pronto, muy pronto todo el edificio se estaría quemando, y con él, su familia que aun dormía.

El tecito de la noche contenía un somnífero de regalo.

Salió de la casa en llamas, respiró...

Siguió caminando.

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