miércoles, 17 de junio de 2009

Pelea con lo etéreo

Regresó de clases de la universidad con demasiado sueño. Tenía en la mente la idea de leer para el examen de historia, pero eso no sucedió. Abrió las cortinas del cuarto y cogió el libró de historia proponiéndose acabar el capítulo número doce. Y en doce segundos los ojos cerró, y lento y tranquilo dormido quedó. No emitió ronquidos, ni mucho se movió. Sólo respiraba, a veces lento y a veces rapídisimo, hasta que lo etéreo llegó. Mientras tanto, su madre estaba rondando por la cocina. Buscaba ella forma de acallar la radio; las cumbias del grupo cinco la habían hartado. Su lucha contra el aparato duraría hasta que decidiera desenchufar y servir el almuerzo.

Soñando él se enfrentó con lo etéreo. Primero se vió echado en la cama, leyendo lo que no leyó. Ya despierto no recordaría nada de lo que en su sueño leyó. De la nada, una mano jalaba su estómago hacia la pared; con fuerza, con ganas de estrellarlo. Trató de safarse como pudo, pero no lo logró. Miró pero no vio nada; sentía la fuerza pero no percibía al autor. Se desesperó, estos no eran de los sueños que el tenía en tiempo anterior. Podía contar los dedos, podía sentir como su estómago estaba sufriendo; hasta que tan rápido como sucedió, el escenario cambió. La mano, o mejor dicho el brazo, dejo de pujar. Finalmente lo había dejado en paz, después de lo que parecieron sendos minutos de lucha y dolor.

Se encontró ahora el en el piso. Despierto se preguntó mil veces como es que de la cama al piso pasó, nunca encontró respuesta a esa cuestión. Esta vez no había brazo que ejerciera presión. Era algo mágico, todo se movía a su alrededor. La cama se hacía grande, para luego empequeñecer. El mundo le daba vueltas y parecía que en cualquier momento se desmayaría por la confusión. Pero eso no pasó, y más grande a cada instante se hacía el dolor. Se ahogaba, y no sabía que hacer. Estaba en su cuarto, pero las naúseas no permitían que ayuda pidiera a quien cerca estuviera. Fue el gritó de su madre él que lo salvó. "A comer" dijo ella; despertándolo del sueño, acabando así su lucha con lo etéreo.

Le contó a su madre lo que sucedió. Ella asintió, él nunca supo si es que ella le creyó. Trató algo después de contárselo a dos de sus amigos después del examen. Ni uno ni el otro, lo escuchó. Decidió callarse y no decirlo más. Por internet a otro amigo él encontró, " ¿Por qué sueña eso?" preguntó tras escuchar el relato de la pelea con lo etéreo. El soñador decidió dejar el sueño a un lado, y continuar´; que el tiempo no le alcanzaba ni para escribir en su blog. Volvió el tema a tocar cuando sin ideas para escribir un post quedó. Tipeó letra a letra lo que le pasó. El escritor del sueño soy yo. Y eso, hace dos días pasó.

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