miércoles, 24 de junio de 2009

Consecuencia y Acción.

Las acciones traen consecuencias, no se necesita mucha ciencia para eso saber. Unas son visibles, otras no tanto; requieren atención para percibilas poder. Acciones buenas, consecuencias buenas; acciones malas, se entiende que viene después. Ejemplificando: hoy robo un electrodoméstico; mañana la policía me encuentra y a la cárcel pues. Y aun si no me encuentran, y si a la cárcel no voy, hice mal; consecuencias han de haber. Es el juego de las preguntas y respuestas, el arma de doble filo que es nuestra capacidad de escoger. O te haces grande, o te hundes como barco de papel en la sopa de almejas de fin de mes.

Corazón arrepentido no cambia las consecuencias de las acciones malas; estas tienen que suceder. Restitución, compensación, resarción y otros que no sé, han de tener lugar al quitar algo que tuyo no es. Para los errores hechos hacia los demás está el deber de pedir perdón y a uno mismo perdonar. Es la forma de equilibrar la balanza, de regresar a los inicios, de intentar hacerlo todo bien. Si no, las cosas pierden sentido, nos encontramos ante la culpa. Y esta, no importa cuanto intentemos callarla o hacernos creer que de uno no es, de alguna manera se manifiesta; en algunos casos como la vocecita en la cabeza, en otros como inquietud; etc.

Consecuencias, a veces uno quisiera que no hubieran. Así todo sería más fácil, menos traumatizante si es que así se le puede decir. Pero las consecuencias están ahí, unos durán poco, otras parecieran eternas. Lo más que se puede hacer, es ser paciente y pedir ayuda. Primero a Dios, después a quienes escuchan. Superar la vergüenza de hablar, y empezar a compartir, a comunicar. Entre dos, se puede romper más fácilmente un muro de piedra. Claro está, no significá divulgar el problema al mundo por internet; a menos que se esté listo para eso, y si eso se quiera hacer. Unos hablan con pocas personas; otros lo hacen con multitudes, muchedumbres, con gente.

Es por esto que se tiene que ser más cuidadoso con las acciones. Pensar antes de actuar, y actuar de acuerdo al recto pensar. No dejarse llevar por las emociones, que muchas veces así las cosas acaban mal. Reflexionar, consultar, y cosas como esas más; antes de importantes decisiones tomar. Aun para las que no son tan grandes, las opiniones de otros nunca están de más. Así se evitarán muchos problemas, o al menos algunos de ellos. No habrá entonces el sufrimiento post-mala decisión; las consecuencias de un error. Con prudencia, y con mucha, mucha paciencia, la vida -redundando- se vive mejor. Y si se comete error, a aprender y a seguir adelante, dejar a Dios el dolor.

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