viernes, 5 de junio de 2009

Amor a la ligera

La conocí dos semanas, dije que la quería a la tercera y estuvimos un viernes. Si hubiera dicho que la quería de verdad tal vez todo hubiera sido diferente. Tal vez los besos y abrazos hubieran sido más especiales, pero que puedo saber yo. Siempre tomé todo a la ligera; no me siento culpable, así lo hacen todos en donde sea. No es que sea el malo de la película, ella también lo tomó a la ligera.

No fueron malos ratos, salvando el hecho de que solo fueron ratos, en los que nos vimos y nuestros cuerpos se tocaron. Era una carrera contra el tiempo; fue un acuerdo de acabar pasado el invierno. Por que una vez ido este, el frío se iría también; innecesario tenernos uno al lado del otro sería pues. No hubieron lágrimas en el desencuentro, ni promesas de volverse a ver; solo un largo beso, que de diferente a los demás no tenía nada más que este era el último.

Y así terminó nuestra breve relación. Ella siguió su camino y yo el mío, ambos sin interés real de volvernos a encontrar. Mis amigos decían que raro estaba; no me atreví a decirles que era parte de contrato: fingir para que lo nuestro no se viera malo. Los días pronto pasaron, pronto buscaría a alguien más para pasar el rato. Bonita, alta y que a menudo lo vea; el resto no importa, que esas cuestiones no me interesan.

En mis veinti un años, a las únicas que les pude decir "te quiero" de verdad fueron a la abuela y a mamá. Tal vez a la primera chica del secundario, pero eso fue tanto tiempo atrás. Después de ella, le perdí la fe al amor. Lo prefiero desde entonces n su versión a la ligera; aunque por momentos se me viene a la cabeza que me pierdo de algo. Pero son solo ideas, vagas y difusas, que no tienen que ver nada al caso. Ya cuando quiera - en unos años- sentar cabeza, acabaré con el amor a la ligera.

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