miércoles, 24 de junio de 2009

Reflexiones de una peluquera peligrosa

Quisiera haber disfrutado de mi vida haya en la decada de los veinte. Cuando tenía energía para bailar; cuando mi cabello aun era negro en su totalidad. Ahora estoy vieja, muy vieja; y cosas que hacen los jóvenes no puedo hacer. Quisiera tener diecinueve otra vez, y no haberme casado tan rapido. Haber festejado harto; salir un viernes y regresar un sábado. Hacer de mis fines de semana una aventura; no pasarla encerrada tras las rejas. Pero ahora, a los cincuenta, lo único que puedo hacer es ver a mi hija crecer; y desear que ella pase mejor suerte de la que yo pasé. Yo con ella seré una madre de mente abierta, todo le daré.

Si mi esposo no me hubiera dejado; todo estaría mejor. No tendría que pasar por tantos estragos para darle a mi pequeña algo de comer. Hubiera sido algo más que una peluquera; tal vez una bailarina de ballet, una cantante, una vedette, la reina de los corsettes. La realidad es otra, menos llamativa y pendenciera; lo único de lo que soy reina es de mis tijeras y gillettes. Solo entretengo a mis clientes cuando me tocan la puerta, aunque muchas veces ellos no se den cuenta. Supongo que solo me queda soñar, renegar del pasado no trae consigo nada más que amargura y soledad. Que no haya disfrutado no significa que no disfrutaré.

Así que eso haré. Tomaré la peluca negra, y todo el maquillaje. Me vestiré como reina y a las calles saldré. Los viernes me dare una borrachera; y los sabados si hay dinero también. En las discotecas, bailaré sobre las mesas y pegado, muy cerca de los muchachos estaré. Sé que me verán como vieja, pero si les compro trago todo estará bien. Ellos, como yo, solo quieren pasarla bien. Todos lo queremos, tengamos veinte o cincuenta. Es hora de dar giro de ciento ochenta, cambiar los sacos y pantalones por cortos, cortísimos vestidos. No me importan las arrugas, quiero sentir el aire en mi piel. Quiero divertirme, quiero ser feliz otra vez. Estoy cansada de sonreír estando por dentro triste. Bueno para mi piel, mal para el resto de mi ser.

Mi hija me mira extrañada. "Mami, ¿Estás bien?" pregunta. No sabe que en poco mami será una mujer diferente, una más de las independientes. La pequeña esboza una sonrisa; ella puede ver el cambio que acaba de suceder. Me toma con sus pequeños brazos, me dice que me quiere. Pienso un momento. ¿Quién cuidará de ella cuando este en las calles festejando? Podría dejarla con la vecina, pero mi hija no le cae bien. Ella solo tiene seis, no es tiempo para dejarla sola en casa una noche. Cuando crezca, tal vez; pienso sabiendo que eso no va a suceder. El tiempo para festejar y salir hasta altas ahoras ya fue. Creo que no me queda otra que dedicarme a tejer.

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