martes, 23 de junio de 2009

Las cosas estúpidas...

Todo lo que quiero hacer es ayudarte. Decirte lo mucho que te quiero y darte consejos. Claro, quiero ser sabio para aconsejar bien; quiero dejar de meter la pata para no decirme "¿Quién eres tú para opinar al respecto?" Quisiera dejar atrás las páginas de internet de mala muerte, y las reacciones corporales que no ayudan en nada. Quisiera dejar de mentir, de salir del apuro con excusas, dejar todo aquello que me hace daño. Y lo haré, confío en que Dios mis oraciones ha escuchado. Que el me ha perdonado y que de alguna manera saldré de este pantano. Confío en Él, aunque el mundo me diga que Él no es fiel, que no existe, que lo inventaron para a la muerte no temer.

Pero algo he de decir, antes de irme a dormir. Por que mañana clases hay temprano, porque tengo que seguir intentando. Y lo que diré es: Todas las estúpidas cosas que hago no tienen para nada reflejo en todo lo que siento por ti, aun si no estas al lado. Los errores que cometo, y las tragedias de mis cuentos no hacen que mienta al decir que yo te amo. No quiero hacerte daño, no quiero ser para ti un extraño. Pero creo que en este caso, el querer no es suficiente. Mis voliciones han de terminar en acciones, aun cuando el panorama este templado. Nube negra sobre mi techo, el temor de fallar las pruebas inundando mi patio-cochera. Tú ocupas un lugar especial; la sala-comedor, Dios tiene el cuarto principal.

Supongo que escribir esto no tiene mucho de sentido. Por que español tú no sabes, y no tengo ganas de traducirlo al inglés. Aunque pensándolo bien, de alguna manera escribiendo esto ya no soy el único humano solo en esto - claro, está Juan y Julio también- y sé que la gente que me conoce y lee esto -esperanzadamente- tendrá algo que decir al respecto, espero que sean consejos. Y es que estoy cansado de hacerme el fuerte, el señor todo-me-va-bien y sonriele a la vida. Miento, sonreírle a la vida es algo que debe hacer, y no todo me va bien; pero no mi vida no es una novela del siglo XVI.

Son las once diez y algo, y se que mañana despertaré cansado. Sé que demorará un poco más para que todo esté arreglado. Pero que no por eso me he desesperar. Sólo me queda esperar y esperar, y pedirle a Dios que aleje de mi todo mal. Para poder otra vez, ayudar; aunque dudo a veces si de ayuda fui alguna vez. Eso es parte de mi pesimismo de fin de mes. Tengo dieciocho años - la edad no es nada más que un número, lo digo otra vez- y siento que falta mucho por hacer. Empezaré por abrir los ojos, y luego, por hablar solamente de lo manda Él. No quiere decir que dejare los temans humanos, pero otro punto de vista presentaré. Ahí te dejo Madrid, me voy otra vez; tus charlas de sex y bromas de gays...

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