sábado, 16 de mayo de 2009

El enfermo que llego del inframundo

Quemado, mas gordo y mucho mas chango, el valiente guerrero Numintor de las tierras del petroleo alaskiano ha llegado. Con maletas en cada una de sus manos, un boleto para el regreso al inframundo, el reencuentro tan esperado paso en medio de mayo. Nada habia cambiado entre los dos muchachos, excepto la gordura de uno y la cordura del otro.

No sabemos mucho sobre lo que Numintor en el inframundo haya hecho. No importa, son solo detalles innecesarios. Lo que realmente importa es tenerlo de nuevo al lado. Y aunque sean solo unos cuantos dias los que este ilustre pasa al lado del escritor enclaustrado, todo ira bien si los dos muchachos se divierten. Y si que lo hacen: rieron juntos leyendo historias de niños extraños, jugando billar en el primer piso de su castillo contemporaneo. Como en los viejos tiempos, pero mucho mejor. Hay mas ironia, mas risas, mas enfermedad, mas de todo, y de todo mas.

Numintor se ve alegre, y todo lo que hay a su alrededor tambien. Por un momento, todo lo pasado y lo que esta pasando es olvidado; lo viejo es hecho nuevo, para hacerse viejo otra vez...Pero ahora seran recuerdos mas frescos, mas dificiles de olvidar. Es como si la familia Ingalls conociera a los patas de los Años Maravillosos: todos es risa, todo es levedad. No hay momento para los espiritus alicadios, ni para deprimirise por situaciones que han de acabar, y que de cerca parecen paquidermos, pero si las miras bien son solo sombras y reflejos.

Numintor esta aqui. Vino con toda su enfermedad, y seria lo maximo si hubiera venido para quedarse, pero no lo hara. No me deprimo, si aguantamos un año sin vernos; unos cuantos mas no dificiles no seran. El universo se acelera, el tiempo corre mas rapido; todo gira y todo va. La tecnologia nos mantiene comunicados y muchas otras cosas mas. A reir y engordar, a jugar y enfermar.

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