Regalo de bodas

Él había estado esperando aquel día desde hace unos cuantos años. Soñaba con el día de su boda y quería que todo fuera bien. Planeó cuidadosamente cada detalle, a tal punto que los minutos que van desde las 3: 30 a las 3: 45 estaban dedicados para ir al baño. Ella, bella, también había soñado con él día; de manera distinta pero igual había soñado. Juntos, caminaron a su tiempo hacía el altar, para cambiar sus vidas, que sin compañía permanente habían quedado por años ya.

Bailaron al ritmo de sonidos extraños. A ratos cumbias, a ratos salsa y a ratos vallenato; todo hasta aproximadamente las 12:15. A esa hora, los invitados se retiraron cada uno a sus hogares, dejando buenos deseos y regalos. Ya el local de la recepción vacío, los recién casados se fueron abrazados. Dieron vueltas en un carro del año alrededor de los lugares que de novios frecuentaron, así obedeciendo a aquella tradición de antaño que nadie sabe como ha empezado.

Cansados, llegaron al lugar concertado para aquella noche que ya se inclinaba a madrugada. Silenciosos, entraron a aquel cuarto que olía a esencias y a baño. Se quedaron buen rato mirándose estáticos. Estaban cansados, pero esa noche se sucederían mociones y relajos: magia humana, dos cuerpos hechos uno mediante un acto. El vestido y el terno quedaron de lado, perdidos y olvidados; las luces apagadas, dando paso a las sombras y a la hegemonía del tacto.

Y el esposo dio la declaración que ella tanto había estado esperando. "El regalo que te dije que tenía para ti. Pues está aqui, en está noche, empezó apenas nos miramos al pasar el cuarto." Ella, confundida pidió mayores explicaciones a el regalo. Sin decir palabra el esposo y ella se perdieron y fueron uno, el tiempo y el resto del mundo se esfumaron. Una vez separados, el esposo finalmente le respondió " En un mundo en el que tener sexo es tan común como ir al baño, esperé por ti todos estos años."

La esposa llora y se descontrola. Ella no tiene ningún regalo como el que el esposo le ha dado.