martes, 26 de mayo de 2009

Oso verde para recordar

La niña obesa y yo tenemos una historia bastante rara. Ella me quiso y la quise yo tambien, y durante unas semanas fuimos algo más que amigos. Lo malo fue que con tanto querer, los golpes de ella a mí no dejaron de doler. Decía ella pues que yo era raro, muy moivido y un poco extraño. Que bailaba como mujer, que no cantaba bien y que la molestaba demasiado.

Aturdido y confundido, yo no hacía nada más que escucharla y decirle que todo estaría bien. Despues de todo, muchas cosas habían pasado para que ella y yo pudiéramos juntos estar. Primero, su rechazo inicial; aquel "eres muy inmaduro" que contra el piso me hizo dar en el paseo al casino militar. Luego, las molestias de su amiga la gallina, que por alguna razón que desconozco hasta hoy; a mi y a ella nos queria empatar.

Salvados esos obstáculos, vinieron otros más: mi torpeza al momento de expresar los "bellos" sentimientos, su rudeza ante mi desesperacion. Pero a pesar de todo eso, juntos pudimos estar. No fueron cuatro semanas perfectas, pero tuvieron mucho de limón y mucho de miel. Aun recuerdo bien los momentos de estar sentados en la esquina de la H- 23, frente al jardín en mi urbanización. Finalmente, así como lo dulce y lo agrio vino, se fue para no regresar.

No pude más con los problemas, y la relación tuve que terminar. Muchos golpes, muchos te quieros seguidos de rechazo, muchas cosas que en mi cabeza no dejaban de dar vuelta. Y así fue como lo nuestro duró cuatro semanas y algo más. Fue la primera vez, y Dios sabe cuando vendrán más. Lo bueno fue que no acabo mañ: ella y yo aún podemos hablar. Es más, nos queremos como amigos y juntos muchas veces hablamos sin cesar.

Y hoy, sentado frente al computador me pongo a recordar. Esto gracias al oso verde -peluchoso, suave y oloroso- que hace dos años ella me regalo sin una razón en especial. Era el viaje de promoción, el día no lo recuerdo ya, pero ella me lo dió; medio avergonzada, medio achorada, y me dijo que no perdiera el oso jamás. Y aquí está, y hasta que no pueda cuidarlo más, aqui estará.

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